𝐋♡𝑉𝐼𝑁𝐺 𝐒𝑃𝐴𝐶𝐸 ━━ ᴏɴᴇ-sʜᴏᴛs ᴀɴᴅ ʜᴇᴀᴅᴄᴀɴᴏɴs ⤷ ᴀɴɪᴍᴇ ʙᴏʏs x ᴏᴄ

: 𝑃𝑎𝑦 ◈ Yato [Noragami]

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Yato era un dios peculiar. Su personalidad era poco seria o estricta, se podría decir que era tan despreocupado y trabajador como un ser humano. E irónicamente, al igual que estos, creía los distintos objetos y talismanes que traían a la buena suerte. Su joven e intolerante shinki, Yukine, ya estaba harto de que su amo se gastara todo dinero que lograban ganar y ahorrar luego de hacer varios trabajos. Yato terminaba gastándolo en alguna baratija tonta en varias ocasiones.

Pero ahora, se había metido en una situación más grave.

—¡¿Te has endeudado?! —el fuerte grito de Yukine resonó en todos lados. Desde el piso de abajo, Daikoku y Kofuku alzaron la cabeza con curiosidad.

La sonrisa nerviosa del dios tenía un toque de inocencia, que hacía el intento de calmar el enojo de su shinki. Hiyori soltó un corto suspiro por ver otra nueva discusión entre ambos seres, volteó a ver al rubio y le colocó una mano en el hombro.

—Cálmate, Yukine-kun...

—Sí, Yukine, tranquilízate. Es una tontería.

El joven shinki se molestó ante la actitud despreocupada de su amo.

—¿Con quién te endeudaste... ?

—Con un Dios.

—¡¿Un Dios?! —el rubio se exaltó.

—Bueno, ya, no es la gran cosa. Tranquilízate —Yato no sabía que esa palabra era incapaz de calmarlo.

—¡No puedo! ¡Siempre haces lo mismo! —lo regañó con su dedo índice señalándolo con aire acusador.

Como si fuera a un niño pequeño, Yato acarició con suavidad el rubio cabello de Yukine. Buscaba calmarlo de alguna manera, pero no surtió efecto. Rojo del coraje, el chico lo apartó de un manotazo.

—¡No me trates como un niño! ¡Tómate esto en serio! ¡¿Cómo diablos vamos a paga—

—Tengo como pagarlo —Yato pasó a tener un semblante jactancioso. Era consciente del impacto que habían causado sus palabras en los dos frente a él.

La reacción de ambos fue tal y como el Dios esperaba. Unos agudos gritos de sorpresa salieron de sus bocas y al unísono golpearon con las palmas de las manos la pequeña mesa. Pero de los dos, el que menos podía creerlo y más sorprendido estaba era Yukine.

—¿E-En serio?

—Sí.

—¿De verdad? —insistió el shinki— ¿No estás mintiendo?

—Claro que no, ¿por quién me tomas?

—¡¿Yukine-kun?! ¡¿Por qué lloras?!

Sí, el chico se había deshecho en lágrimas. Pero no lágrimas de tristeza, si no de alivio y alegría, al igual que la sonrisa que se había creado en su rostro.

—Gracias a Dios... Los milagros existen...

—Ten mi pañuelo —ofreció la chica con amabilidad.

—Gracias, Hiyori —el rubio secó sus lágrimas y después sorbió de su nariz, ignorante de la cara de su amo. Estaba un poco hastiado por la exagerada actitud de su shinki.

—Por cierto, Yato, ¿a quién es el Dios al que le debes dinero? —preguntó Hiyori con curiosidad.

—Es Kinto.

—¿Kinto-sama? Nunca he escuchado acerca de ese Dios —la chica
ladeó la cabeza.

—Yo tampoco —añadió Yukine, ya sin el rostro lloroso.