Llego a la casa y lo primero que me encuentro es al parásito de mi cuñado mirando el televisor, parece un adorno más en la estancia.
—¿Dónde está Analí? —le pregunto, pero el imbécil no quita la vista del televisor.
—Subió a dormir a tu madre. Está embarazada, ¿podrías ahorrarle la molestia de tener que subirla a la habitación? Si algo le pasa será tu culpa.
—Si algo le pasa; suponiendo que es verdad el cuento que se han montado, será solamente culpa de ustedes. Digo, nadie los tiene aquí a la fuerza, cualquier día pueden tomar sus cosas e irse, puedo ayudarles a cargar las maletas sin problema para que a Analí no le pase nada.
—Maldita ballena —susurra, y su insulto me tiene sin cuidado.
Sé que lo dejé sin más qué decir, y esa es su forma de no quedar como un payaso, pero consigo mismo.
Subo las escaleras para ir a la habitación de mamá, pero no se escucha ruido. Me acerco con sigilo y abro un poco la puerta. Analí cierra un cajón tan rápido como me escucha entrar y se nota nerviosa; mamá está dormida en su cama.
—¿Qué haces en la habitación de mamá? —cuestiono cruzándome de brazos, ella se mira al espejo disimulando que la encontré en flagrancia.
—Vine a dormir a mamá porque tenía sueño, y tú no estabas para ayudarla a subir.
—¿No te cansaste? —cuestiono con sarcasmo, y ella lo comprende; lo sé por el gesto de fastidio que me dedica—. ¿Qué buscas?
—Una crema que mamá usaba para las manchas en la piel, esto del embarazo me ha hecho brotar algunas. Pero son cosas que no entiendes ni vas a entender nunca —dice encaminándose a la puerta golpeando mi hombro.
Veo a mamá plácidamente dormida y salgo de la habitación para dejarla descansar; aprovecho que estoy en el segundo piso para dejar mi bolso en mi habitación.
Camino a la cocina para hacerme un sándwich, con todo el lío del pastel no pude comer nada. Busco jamón en el refrigerador y por suerte aún hay; como tres rebanadas, pero hay. También encuentro un poco de queso crema, me encanta prepararlos con queso crema. Es como comer una crepa salada.
Ahora se me antojaron las crepas, pero prepararlas aquí no me conviene.
Conecto la sandwichera para que se caliente en lo que unto el queso, crema en el pan y coloco el jamón.
Después de haber tostado mis sándwiches, los coloco en un plato para sacar del refrigerador lo que queda de jugo en el galón y servirlo en un vaso.
—¿Por qué no me esperaste, Gordis? —pregunta el fastidioso de Eddie tomando uno de mis sándwiches.
—¡Oye! —exclamo y le quito de la mano el bocadillo que ya tiene una mordida—. Qué descarado eres.
—No le veo nada de malo regresar juntos si vamos en la misma dirección —dice sin dejar de mirarme.
—No te preocupes, ten por seguro que no será por mucho tiempo —aviso tomando un cuchillo para cortar la orilla mordida.
—¿Es en serio, Gordis? —cuestiona al ver lo que hago.
—Sí, es en serio porque es mi comida. Pude prepararme algo con lo que pude rescatar del refrigerador porque ustedes tres han terminado en un par de días con lo que había. Y no, no pienso darte algo que es para mí.
—Pero tengo hambre.
—¿Ah sí? Pues prepárate algo con tus propias manos, aquí no hay servidumbre por si no lo habías notado —sentencio y tomo con mis manos el plato con mis sándwiches y el vaso de jugo.
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Una chica curvilínea | Bilogía Complejos I | Finalizada ✔
Chick-LitSoy Irene Basso, una chica repostera que trata de vivir la vida sin prejuicios hacia mi persona, pero eso no es siempre posible porque hay personas que simplemente quieren ver el mundo arder y si ellos no son felices, no quieren que nadie más lo sea...