34 Persuasión

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Finalmente, Mary aceptó conocer a los papás de Collin en plan de amiga, y parece que le fue bien, aunque no me ha dicho mucho al respecto. Ambas nos encontramos conversando sobre ese tema, cuando de pronto Lorenzo y Eddie se acercan a nosotras.

—Ragazza mía, se nos va —avisa Lorenzo abrazando por los hombros a Eddie.

—¿Quién se va? —pregunta Mary con curiosidad.

—El ragazzo, se nos va —repite con tristeza, y sinceramente es lo mejor que podía pasarle a la pastelería.

—Eso parece una excelente noticia —expreso con una sonrisa, que sé muy bien, Eddie entiende que no es en mal plan.

—Vamos, Irene. ¿No vas a extrañarme? —pregunta con una tonta esperanza de que le responda que sí.

—¿Qué te puedo decir si me alegra que por fin te vayas? —Niega con la cabeza, pero sin dejar de sonreír.

Una vez que Lorenzo da su discurso de cada persona que se va, Mary y yo nos proponemos a terminar nuestras labores, pero entonces vemos entrar a un chico que porta un pantalón de cargo negro, botas tipo militar, una camisa con un logotipo rojo en el pecho que es difícil no reconocer y chaqueta café oscuro de cuero. Cualquiera que lo viera diría, qué chico tan cool, pero nosotras sabemos de quién se trata y sobre todo por el casco rojo que trae en su cabeza, cubierto por una capucha roja que proviene de otra de sus prendas.

—No puede ser... —susurra Mary.

El chico se acerca entregándole un ramo de rosas, y ella no puede evitar sonreír. Los miro como si se tratara de una película. ¡Las cosas que Collin hace por ella!

—Por ti, he dejado esa vida criminal —dice detrás de esa tonta máscara.

—Quítate eso —pide Mary aceptando las flores.

Collin lo hace, se quita la máscara y me da algo de pena al ver que sus ojos se ven hinchados; debió estar llorando por mucho tiempo. No sé si porque ella se la está poniendo difícil, o porque tuvo que disfrazarse de Red Hood para llamar su atención.

—No sé qué otra cosa más hacer para que me perdones, Mary —dice llamando la atención de dos, tres clientes que siguen en el local—. Y si esto no te convence de que realmente quiero ser parte de tu vida y que tú seas parte de la mía, no sé qué otra cosa más hacer.

—Collin... —musita ella, las personas que se encuentran cerca suspiran conmovidas, pero Mary se encamina a la parte trasera del local, y la sigo, no sin antes decirle a Lorna que se encargue de cerrar.

—Mary, ¿qué sucede? —pregunto al verla recargada en los casilleros, ella se limpia las lágrimas con un pañuelo.

—Quiero perdonarlo, quiero estar con él. Irene, es muy difícil no abrazarlo, y negarme a recibir sus atenciones.

—Pues no lo hagas. Él está ahí afuera disfrazado de un personaje de DC que probablemente odia y que no cualquier Marvel se atrevería a usar, pero ahí está. Te quiere y si no fuera así no estaría esforzándose. Entiendo que hizo las cosas mal, y es porque era su estilo de vida, así como tú tenías el tuyo. Dejen todo eso atrás. Tú te enamoraste y lo supiste en el momento, pero él no y le tomó tiempo asimilarlo y entenderlo —Ella se queda pensativa, así que continúo diciendo—: Yo, perdoné a Eddie.

—¿Qué? —inquiere sorprendida interrumpiendo su llanto y su silencio.

—Sí, precisamente el día que Collin golpeó a tu cita aquella noche.

—¿De qué hablaron y por qué hasta ahora me lo dices?

—Porque iba a contártelo al día siguiente, pero andábamos ocupadas en otras cosas. El caso es que, lo perdoné porque no quiero seguir llevando conmigo ese tormentoso pasado. Las cosas que nos suceden nos hacen lo que somos ahora, y las personas que se ven involucradas en esas situaciones forman de algún modo parte de nuestra vida y nos ayudan a evolucionar. Sin ti jamás me habría atrevido a ir a una fiesta y nunca hubiese conocido a Asher. Mary, si no fuera por Eddie probablemente no te habría conocido y míranos, eres como una hermana para mí.

—Y siempre lo serás.

—Lo sé. Tu igual para mí, y es por eso por lo que no me gusta verte sufrir, porque yo no sé cómo animarte, soy una inútil para eso.

—No, Irene. No lo eres.

—Mary..., quiero verte feliz, y ese chico de allá eligió un disfraz decente. Si no lo perdonas, vendrá disfrazado de un Batman que usa calzoncillos y no queremos ver eso —Ambas reímos.

—Tienes razón, Curvy —menciona limpiándose las lágrimas y me abraza—. Aunque a mí sí me gustaría verlo así.

—Una vez me lo dijiste y nunca pensé que yo podría utilizarlo contigo.

—¿Qué cosa? —inquiere separándose de mí.

—Déjate querer —Ella sorbe su nariz, se limpia una última vez con el pañuelo y se encamina hacia donde estaba Collin. Y digo estaba porque literalmente se ha ido.

—¿Vieron al chico disfrazado? —cuestiona Mary a un cliente que está pagando unos pastelillos con Lorna, ambos niegan en silencio.

Mary sale del local buscándolo y yo atrás de ella, pero no está.

—Mary... —la llamo para consolarla pensando que se soltará en llanto, pero me toma de la mano apresurada y me hace caminar con ella a su auto.

—Tienes que ayudarme —dice y no me atrevo a decirle que debemos regresar por nuestras cosas—. Llama a Ash y pregúntale si sabe a dónde fue.

—Bien —respondo cerrando la puerta del auto y lo llamo, pero no entra la llamada, así que le dejo un mensaje—. ¿Qué harás?

—Supongo que es mi turno —dice determinante al volante.

—¿Tu turno para qué?

—Ya lo verás —Un mensaje de Asher llega y no despego mi vista del celular, ni siquiera cuando Mary estaciona pidiéndome que la espere en el auto.

—Ya lo verás —Un mensaje de Asher llega y no despego mi vista del celular, ni siquiera cuando Mary estaciona pidiéndome que la espere en el auto

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Una chica curvilínea | Bilogía Complejos I | Finalizada ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora