SEIS

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Los siguientes días fueron de extremar precauciones; Jimin tenía prohibido salir de casa solo, hablar con cualquier foráneo que llegara al pueblo y sobre todo, estar cerca de Jeon Jungkook.

 Por fortuna sus salidas nocturnas no se vieron afectadas -porque sus anfitriones no estaban enterados de ellas- así que al menos durante esas pocas horas que escapaba, podía sentarse en medio del bosque a respirar aire fresco e incluso dar una pequeña visita a su antiguo hogar, sólo para recordar aquellos días en los que tenía privacidad.

Una mañana, luego de volver de la iglesia, Taehyung lo enteró de que Jungkook tenía más de tres semanas en el pueblo, pero no se había dejado ver hasta que había terminado de instalarse en una de las casas a las orillas del lugar, lo que tenía mucho sentido para Jimin después de hacer memoria y recordar que cada vez que salía con su hermana, en algún momento se lo habría de encontrar. 

El muy cretino pareciera buscarlo con la mirada, y siempre que daba con él, le dirigía una malévola sonrisa que lo encolerizaba pero también le provocaba escalofríos; tenía que hacer algo para sacarle de la cabeza la idea de que era un brujo... aunque esta fuera verdad, así que el siguiente fin de semana acompañó a su hermana y su cuñado a tomar misa, dispuesta a soportar los malestares con tal de probarle al alfa que se encontraba en un error.

 Apenas cruzaron la puerta, lo encontró sentado en las primeras filas. En ese momento él giró su cabeza y Jimin disfrutó de su rostro contrariado cuando el párroco le dio la bienvenida con alegría, por lo que la sonrisa con la que respondió fue completamente genuina. 

Jungkook no le despegó la mirada hasta que el oficio comenzó, y aunque la rubia estaba dispuesta a sentarse ahí y sonreírle cada vez que volteara, pasados los primeros cinco minutos, las nauseas ya comenzaban a hacer estragos en ella.

— ¿Te encuentras bien?— le susurró Hanna al notar que se rascaba constantemente los brazos— Tal vez deberías salir un momento, algo de aire fresco podría...

Sin permitirle terminar, Jimin se puso en pie y lo más discretamente que pudo, abandonó la iglesia. Se sentó en un banquito de madera a muy pocos metros de la puerta y de inmediato los malestares empezaron a desaparecer.

 Se maldijo, pues temía que Jungkook se diera cuenta de su ausencia, así que lo mejor sería que, una vez restablecida, regresara al lado de su familia.

— ¿Fue demasiado, brujito?

Se sobresaltó y apenas giró la cabeza a la derecha, encontró al alfa sentado a su lado, sonriendo con autosuficiencia y mirándolo con intensidad. Jimin trató de relajarse.

— Creo que algo me hizo daño esta mañana en el desayuno.

— ¿Desayuno? ¿No pensabas comulgar?

— Bu-bueno, es que yo...— "¡maldita sea, Jimin!"— hace mucho que no confieso mis pecados al padre así que...

— Y son bastantes ¿no es así?

— Agh, escucha, no sé de donde sacaste la idea de que soy eso que dices, pero me gustaría que dejaras de acosarme.

Como única respuesta el alfa le tomó un brazo con brusquedad y le subió la manga. El brazo estaba completamente limpio, y aunque le pasó la mano de arriba abajo, acariciando la suave piel, no encontró nada. 

Jimin sonrió satisfecha. De un tirón se soltó y se puso en pie.

— Si me disculpa, el servicio está por terminar y me gustaría que cuando mi hermana y su esposo llegaran a casa, encontraran un desayuno sustancioso y caliente ya listo.

— ¿No regresa a la iglesia?

— Le acabo de dar mis motivos, caballero, así que deje de molestar. Con su permiso.

Jungkook sonrió.

— Nos vemos luego.

— Espero que no.





The witcher #kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora