Capítulo VIII: Segunda oportunidad

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Cerró sus ojos por un momento. La suave brisa con sus suaves e imperceptibles manos, acarició todo su rostro. Todo el cielo se pintaba de un hermoso amarillo muy brillante, y en el horizonte sólo habían tenues destellos de luz. Se encontraba completamente solo, acompañado tan solo por el ruido de su respiración al exhalar. 

Estaba sentado sobre el pasto con una gran cantidad de girasoles plantados a su alrededor. La vista desde ese lugar era maravillosa. Una paz extraña recorría su piel junto al viento. Gemas azules se movían curiosas por cada rincón del pequeño escenario. ¿Cuánto tiempo había estado absorto en medio del campo? 

Al mirar hacia su costado, sobre la hierba, se encontraba un pequeño espejo de bordes dorados. ¿En qué momento había llegado eso ahí? Intrigado lo tomó entre sus manos. Se sorprendió al ver un niño de ojos azules brillantes y cabellos de hebras azabaches, entre los siete u ocho años de edad. Observó sus manos, eran pequeñas. 

Se puso de pie, buscando un camino por el cual regresar. Notó una presencia aterradora en uno de los extremos, era alta y vestía una capa con capucho de color negro. Su cuerpo parecía expulsar humo y son rostro era difícil de ver. Quiso gritar pero siquiera podía abrir la boca. Sin escapatoria empezó a correr en dirección contraria. 

Aquel bonito jardín de girasoles fue quedando atrás, dando paso uno nuevo, completamente marchito y sin vida. Recordó el espejo que llevaba sosteniendo en su mano. Volvió a ver su reflejo sobre el cristal, su apariencia ya no era la de un niño. Se veía exactamente como en aquellos años de secundaria. 

Buscó tras su espalda aquella figura que parecía seguirlo. Su corazón estaba desbocado. 

Al regresar su mirada al frente, chocó con aquella criatura oscura, cayendo hacia atrás tropezando con sus propios pies. Sintió su cuerpo caer en un pozo sin fin. Las imágenes desaparecieron al igual que ese ente, quedando en medio de la ausencia. No podía visualizar nada, todo estaba a oscuras.

Agua humedecía la piel de su cuello. Sin saber en qué momento había acabado en aquella extraña situación, notó estar flotando sobre el mar. El agua era cristalina y muy helada. Quitó sus cabellos que cubrían su vista, notando que estaban más largos. Miró su silueta en el agua, su cabello era rubio, medianamente largo y llevaba una corona de flores puesta.

Asustado, con sus brazos, se mantenía en la superficie. El océano empezó a teñirse de un rojo intenso, él olor a metal y mar se mezclaban en el aire. Vio una enorme herida en una de sus piernas, estaba desangrándose en la nada y nadie podía auxiliarlo. Estaba desesperado y sus labios se mantenían cerrados. 

Su cuerpo empezó a hundirse, como si algo desde lo más profundo halara de sus piernas débiles. Aceptó su destino, cerrando sus ojos y sintiendo el agua entrar por su nariz. No sentía nada y aquella calma lo desesperaba. Sintió como su cuerpo era envuelto en un par de brazos largos, un abrazo fraternal y cargado de mucho amor. 

La luz chispeaba debajo de sus pestañas, en lo que podía escuchar una voz conocida hablarle en la lejanía. Aquellos brazos desconocidos no los volvió a sentir más. 

SICK OF YOU [MiTake/BajiTake/SanTake] TOKYO REVENGERSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora