Gun-il Sumbaenim! (E)

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Jungsu acababa de caer en desesperación, su corazón de aceleró de golpe al no ver esa preciada libreta en su bolso, sacó cada uno de sus útiles y el no ver su portada personalizada sólo lo hacía peor.

Tomó una bocanada de aire para tratar calmarse. No recordaba en dónde la pudo haber dejado, tampoco recuerda si la sacó en algún momento, ¿Por qué tenía que ser tan estúpido? ¿Cómo no se pudo haber dado cuenta antes?.

-Ahhhg, no la encuentro -dijo volviendo a meter todo en su bolso-

-¿Qué no encuentras? -dijo un chico se cabellos bicolores muy llamativos-

-Una libreta, es importante -se repasó todo lo que pasó en ese día y el anterior, que fué la última vez que lo vió-

Al terminar su merienda es que recordó la mañana anterior donde tuvo una visita en la sala de profesores para entregar un listado de asistencia, pensó en el percance que tuvo con sus cosas al ser tiradas sin querer con el despistado profesor de inglés.

𝘕𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦 𝘴𝘦𝘳, 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦 𝘴𝘦𝘳, 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦 𝘴𝘦𝘳...

Tomó sus cosas lo más rápido que pudo y caminó entre toda la gente entre los pasillos, tropezando con varios en el proceso. Una voz no muy lejana lo llamó en medio de su ajetreo, poniéndole los pelos de punta por su profunda voz. Si antes estaba acelerado ahora lo estaba el triple.

El gran, sexy e increíble profesor Goo Gun-il, con su camisa blanca bien planchada, su pantalón negro elegante a juego con su corbata y cabello lacio bien peinado, sus ojos oscuros, tan afilados como siempre, su muñeca decorada con un reloj seguramente carísimo y su aura tan empoderada lo volvían loco, sentía que si no cerraba la boca su saliva no tardaría en salir. Ya hasta se le había olvidado que hacía al frente de su oficina en vez de la sala de profesores.

-¡Jungsu! Justo a tí te buscaba -exclamó palpando el hombro del rubio como muestra de saludo-

-¿A mí? -dijo aún con nerviosismo, sentía una vibra distinta en él, una mucho más... Fuerte, ellos nunca había cruzado palabras --fuera de su mente-- que no tuvieran que ver con alguna clase o persona en común-

-Claro, creo tener algo que es tuyo.

Tras decir esas palabras su boca se empezó a secar y sus manos a sudar. Vale, fácilmente podría ser cualquier cosa, ¿Cierto?, ¡¿Cierto?!

-¿E-en serio?

Asintió con una sonrisa que no podía describir, nunca la había visto antes, y eso sólo le aterraba más, de sólo pensar que pudo haber descubierto todas sus fantasias se le hacía una laguna mental sin respuestas y desesperación.

Y todo fué peor cuando al ingresar a su oficina pasó sus dedos en su estante y sacar esa portada de un libro tan conocido para él, tanto que sintió su corazón en la boca.

¡¡¡¡𝘔𝘪𝘦𝘳𝘥𝘢, 𝘮𝘪𝘦𝘳𝘥𝘢, 𝘮𝘪𝘦𝘳𝘥𝘢!!!!

-Jungsu... -se acercó a pasos lentos y mirada penetrante al pobre rubio- ¿Tú escribiste esto?

-¿Eh?

-No te hagas, he leído tu libreta, la dejaste en la sala de profesores, que conveniente que sea yo quien lo lea, ¿No?

-U-usted-

La libreta tirada en la mesa dejando un ruido sordo lo hizo callar, dió un pequeño salto al ver que tomaba con delicadeza su bolso para dejarlo en el piso.

-Shhh, sólo quiero que me respondas una pregunta -su voz era tan calmada y profunda, Jungsu se sentía frío, la situación le gustaba y disgustaba a la vez, sólo se quedó tieso cuando tomó su corbata- Tú... ¿De verdad deseas eso? ¿Cada cosa que escribiste lo sentiste? Yo, creo que tienes gran potencial de escritor de historias eróticas, cada palabra tuya me puso tan duro que me fué inevitable tocarme en tu imagen algunas veces anoche.

Fantasía literariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora