CAPITULO 7

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Elena

Mi día empezó de una forma que para muchos seria horrorifica, pero para mí fue gratificante. Ayer mi abuelo y mi padre tomaron las riendas en la tortura hacia Tanya y su padre, "haber visto a mi abuelo torturando con métodos que no creí que existían fue algo que de seguro no olvidaré ni estando senil", en el caso de mi padre no me sorprende, con solo verle la cara sabes que puede hacerte mucho daño con solo desearlo.

Mi abuela no quiso intervenir, ella prefirió dejarlo en las manos de mi abuelo y las mías. Decidió concentrarse en la limpieza de las empresas, donde de seguro debe estar revisando hasta el mínimo rincón para encontrar a más infiltrados, "a esta hora ya debe estar llegando mi regalo a los Monterreal", una sonrisa se me forma de solo imaginar la cara de esos estúpidos al pensar que no me daría cuenta de su invasión en mis terrenos, "siempre se confían, lo que resulta en su derrota".

—¿Elena? — la voz femenina me detiene antes de llegar a entrar en la mansión. Al girar a la derecha veo a una mujer de cabellos castaños y ojos color miel. Vestida de un pantalón jean y una camisa blanca, su rostro de duda y felicidad es lo que me hace darme cuenta de quien es.

—¿Rubí? —la mención de su nombre la hace sonreír, sin demora corre hacia mí, pero yo retrocedo de forma rápida —estoy con sangre —ella me escanea dándose cuenta de mi estado.

—Así que era cierto —dice —eres la líder de los numerales —asiento, al ver detrás mío su mirada endurece —¿y ese? —veo sobre mi hombro y noto a Federico viendo fijamente a Rubí.

—El nuevo consigliere —vuelvo la vista a ella —¿Cómo supiste que estaba aquí?

—Digamos que ahora soy parte de esta familia —la miro confundida —porque mejor no vas a cambiarte y hablamos.

—Rubí —la voz de David llama nuestra atención viendo cómo se acerca junto con mi hermano —te dije que esperaras.

—Pero ya quería verla, no es solo tu amiga —este niega antes de darle un beso que me deja pasmada en mi lugar.

—No me jodas...—susurro llamando la atención de ambos. Veo hacia mi hermano que trata de ocultar una sonrisa —y tú todavía te ríes cabron —vuelvo la vista hacia los dos cuando Rubí levanta su mano izquierda mostrándome su anillo —¡¿se casaron?!

—Y tenemos dos hijos —suelta David como si nada, "bueno mierda, creo que me voy a ir de culo en este momento" —que, por cierto, ¿con quién los dejaste?

—Están con mi madre.

—Mierda esto es demasiado —suelto sin todavía creer que estos dos estén casados y con hijos.

—Tranquila que no es una noticia muy rara —David envuelve la cintura de Rubí con posesividad —atrapé a la mujer que quería, volviéndola mía.

—No te la des de posesivo —esta le suelta un golpe en el pecho —que si me tienes es porque así lo quise.

—Lo que tu digas, la mia vita —la mirada de amor que hay en los ojos de David me sorprende que vuelvo a ver a mi hermano para asegurarme de que no me estoy volviendo loca.

—Lo que ves es la realidad sorella —coloca sus manos en los bolsillos tomando una postura relajada, camina unos cuantos pasos interponiéndose entre Federico y yo —hace 5 años que se casaron y no perdieron el tiempo.

—Bueno hay mucho en lo que tengo que ponerme al día —me voy hacia un lado para ver a Federico que se ha alejado del grupo —Federico adelántate a la oficina de mi padre, en 20 estaré allá —este asiente y hace una leve reverencia antes de acatar mi orden. Danilo lo ve de forma cortante que puedo claramente imaginar dagas saliendo de sus ojos —deja de matarlo con la mirada.

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