CAPITULO 44

108 7 2
                                    

Danilo

Subir al auto provoca un dolor agudo en mi costado que como puedo cierro y arranco despavorido, el hombro también me sangra y con dolor logro sacarme la navaja, "esa maldita mujer tiene una buena puntería". Saco el teléfono y marco el número de David, al tercer tono responde —¿Dónde estás? Federico llegó a la mansión así que habrán atrapado a Marianno en la oficina de Luca.

—Vete de ahí, es una trampa —rujo introduciéndome en la avenida.

—¿Qué mierda dices? —escucho como el también enciende el auto saliendo de donde estuviera escondido.

—No sé qué pasa, pero Elena y Alaya Petrova me atacaron, ambas estaban esperando mi llegada —presiono la herida la cual supura sangre espesa —rastrea mi teléfono y ve hacia donde estoy.

—Bien —cuelga y boto el teléfono en el asiento del copiloto. Distintas bocinas suenan cuando paso por su lado —¡apártense hijos de puta! —al ver hacia un lado un Audi negro se acerca a toda velocidad que por poco y logro esquivarlo, de forma muy ágil se coloca recto y comienza a perseguirme —aun tenías habilidades ocultas, eh, sorella —acelero sin importarme a quien puedo atropellar.

Muchas de las calles son estrechas así que le será muy difícil estar al lado mío, "solo tengo que mantenerme en los pasillos". Pero el motor de una moto llama mi atención y veo por el retrovisor como una moto ninja roja se une a mi persecución, el rostro del conductor está cubierto con un casco rojo, aun así, la vestimenta blanca me hace saber quién es, "maldita Zarina".

Vuelvo a mover la caja de cambios y acelero esta vez ya metiéndome a una calle principal, el Audi me pisa los talones así que intento irme por un pasillo, pero que la lluvia de balas comience quebrando por completo el vidrio de atrás me impide girar que sigo recto con ambas buscando mi cabeza, "este camino...", las balas vuelven a llover que intento camuflarme con los otros autos para tener al menos segundos para pensar.

No freno lo suficientemente rápido que termino saltando del auto antes de que gire en descontrol y caiga en el rio. La caída me jode más el hombro y el costado, pero logro ponerme de pie, varias personas ven el acontecimiento con asombro, susto y curiosidad. No pasa mucho cuando dos motores llegan y se apagan detrás mío, al voltear veo como las dos mujeres bajan de los vehículos con los que me perseguían, ambas en la piel de las asesinas que son.

Con balaclavas ocultando sus rostros y cabellos, una capucha encima evita poder verle bien los ojos que es la única parte descubierta de su vestimenta. El hombro y el costado me palpita que no se cual intentar cubrir e intentar detener el sangrado —¿y ahora que, me mataran, Ninfa —miro hacia Alaya —Zarina? —digo sus apodos del bajo mundo. Al haber varias personas de seguro grabarán y esto se difundirá dejando en descubierto a las organizaciones, lo que supondrá un perjuicio con la ley —¿matarán a un inocente en frente de toda Florencia? —extiendo mis brazos sabiendo que no lo harán.

Si algo tiene en común es que ambas asesinan en la oscuridad, jamás a plena luz del día. La diferencia es el resultado, mientras que Elena asesina de forma lenta y dolorosa, dando una imagen de muerte natural, Alaya Petrova lo hace de forma sanguinaria dejando todo un baño de sangre en su camino, "es como la firma de cada organización".

Ambas se miran y Alaya retrocede para después soltar un silbo que me confunde. El ajetreo me hace mirar a mi alrededor y veo como cada mujer, hombre y algunos niños se colocan firmes para después hacer una reverencia y empezar a despejar el lugar. Mi garganta se cierra al notar como todos desaparecen para acabar solo los tres.

Un grupo de tres hombres se acercan hacia donde estamos, Elena los mira sobre su hombro y los tres hombres se golpean el pecho con el puño, ella se quita el balaclava y esos ojos fríos se enfoca en ellos —buen trabajo —ellos asienten y se retiran. Elena dirige su vista hacia mí y de nuevo esa expresión que odio está plasmada en su rostro, "ella no puede mirarme así, soy su sangre, el hombre que debe estar a su lado" —segundo error de tu parte; querer enfrentarme en mi ciudad.

NINFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora