CAPITULO 45

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Elena

El sonido de la ducha es lo que primero que escucho cuando mi cuerpo al fin decide despertarse, "al parecer mi cuerpo se desconectó apenas mi cabeza tocó la almohada". La puerta del baño se abre y veo a Federico recién bañando —ya despertaste —asiento restregando uno de mis ojos.

—¿Qué hora es?

—Alrededor de las 10 —dice intentando dejar un beso, pero yo me aparto provocando que su ceño se frunza —¿Qué pasa?

—No he me lavado los dientes —él sonríe y de forma rápida vuelve a colocar mi espalda sobre la cama mientras apoya mis piernas en sus hombros —¿Qué haces?

—Ya que no me dejas besarte, besaré tus otros labios —sus manos agarran el elástico de mis pantalones cortos arrastrándolos por mis piernas, mi risa no tarda en aparecer que mis manos agarran el borde de mis shorts deteniendo su movimiento a modo de provocarlo—acabaras con los pantalones cortos rotos si sigues impidiendo que te los baje.

—No te atreverías —una sonrisa ladina cruza sus labios antes de agarrar mi pantalón justo en el lugar donde se encuentra mi coño y con fuerza rasgarlo —¡Federico!

—Te lo advertí —no espera y su lengua comienza a explorar todo mi coño —con todo lo que ha pasado en las últimas horas, no he podido atenderte como se debe.

—Pues es momento de compensármelo —digo —futuro esposo —este jala lo que queda de mis pantalones y eleva aún más mi cuerpo que su lengua llega a una zona que me enchina la piel —Federico —jadeo.

—Esto igual lo marcaré —siento su lengua introducirse y mis ojos se abren por la sensación que me produce —igual de dulce.

—Nadie...mierda —no puedo formar una oración coherente cuando su pulgar juega con mi clítoris y sus dedos acarician mis paredes —follame, por favor —suplico cuando la excitación es mucha y mi cuerpo pide sentirlo.

—Tus deseos son ordenes, cara —la punta se pasea por todo mi coño antes de meterse de forma lenta y tortuosa —aun después de todo este tiempo, tu coño me aprieta tan bien —los últimos centímetros los introduce y su rostro lo apega al mío —ya deseo verte con el vientre crecido —sale —mientras te follo —entra con fuerza provocando que arquee mi espalda.

—Eres todo un pervertido, Federico Ciprianno —digo de forma juguetona a la vez que descubro mis pechos amasándolos.

—Es lo que usted me provoca, señorita Bernardi —se levanta y toma mis dos piernas deteniéndolas de forma recta mientras comienza a moverse de forma rápida y salvaje, "mierda, si ya no estuviera embarazada estoy segura que a esta altura ya lo habría estado".

Siento como uno de sus dedos toca ese punto y mi cuerpo de cierta forma se tensa —relájate cara, no dolerá.

—Eso no lo puedes asegurar —el sigue moviéndose distrayéndome cuando siento su intrusión y mis manos arrugan las sábanas —con mi dedo dentro me aprietas aún más.

—Se siente extraño —digo.

—Hare que te guste —lo saca para después volver a meterlo junto a su estocada —porque te juro Elena, que marcaré tu culo, así como lo hice con tu coño —me apoyo en mis codos y libero mis piernas de su agarre para enroscarlas en su cintura.

il mio corpo è tutto tuo, mio re —eso activa su parte posesiva dándome la vuelta y empinando mi culo y coño, su invasión es rápida y profunda que no evito que mi gemido salga fuerte, sus manos levantan mi pijama dejándome desnuda antes de apegarme a su pecho y seguir embistiéndome.

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