Porque aunque estoy en mi cama... todavía me siento en ese último abrazo que nos dimos.
***
Los días de otoño teniendo diecisiete años fueron hermosos. Al menos Jungkook creía eso. Sin embargo, también fueron los días más dolorosos, porque justo en...
—Vamos, cálmate un poco. Si sigues así, solo te harás daño a ti mismo.
—¡Fue mi culpa, Sehee! Estaba a mi cuidado y no le presté la atención suficiente.
Mi hermana tenía varios puntos en su mento por mi culpa, había sido descuidado y no la había vigilado como correspondía. ¿Pero por qué la tenía que cuidar? ¿Por qué tenía que asegurarme de que todo estuviera bien en medio de las discusiones de los adultos?
Tenía ganas de llorar de impotencia, pero entonces tu mano tocó mi hombro y por un momento me obligué a guardar silencio. Estábamos en la escuela, con algunos cuantos alumnos rondando por los pasillos al ser la hora de las academias. Suspiré fuerte y dirigí mi vista a tu rostro, en el cual había una suave sonrisa tranquilizadora.
—Hiciste lo que pudiste, Jungkook. ¡Y los niños son inquietos! No tengo hermanos menores, pero sí un par de primos pequeños y a veces los accidentes pasan incluso aunque no se les quite los ojos de encima.
Tu gesto y tus palabras lograron tranquilizarme. Y me pregunté porqué estabas en el taller de artes cuando eran tan buena usando las palabras, sin embargo, agradecí que en ese momento estuvieras para mí.
Cuando pensé que me podría volver loco... Ver tu cara me regresó a la tierra y me hizo entrar en razón.
—Sí... Eso creo —dije todavía con un poco de amargo en mi interior.
—Tu hermanita estará bien pronto. Los niños también sanan rápido, para cuando te des cuenta, estará por ahí brincando otra vez.
Mi corazón se agitó imaginado la cálida escena de mi hermanita jugando por la casa ya sin ningún punto que le molestara. ¿Qué clase de magia tenías para lograr que un tonto como yo se pudiera calmar tan rápido?
Agradecí que fuéramos los únicos en el salón cuando llevé mi mano hasta la tuya. Mis orejas se calentaron, al igual que suavemente mis mejillas. Mi pusiste nervioso, Sehee, pero creo que yo también logré ponerte algo nerviosa, al menos eso quiero creer cuando recuerdo tu respiración acelerándose en medio del silencio.
—¿Te gustaría conocerla? Creo que se pueden llevar bien.
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