Porque aunque estoy en mi cama... todavía me siento en ese último abrazo que nos dimos.
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Los días de otoño teniendo diecisiete años fueron hermosos. Al menos Jungkook creía eso. Sin embargo, también fueron los días más dolorosos, porque justo en...
El otoño sin duda es hermoso con las hojas de los árboles decorando el paisaje con sus diversos colores. Por eso en parte agradecía que mi cumpleaños fuera en esa estación tan bonita, sin embargo, al cumplir los diecisiete se sintió más especial.
Aunque ya habían pasado varias semanas desde que había sucedido en verdad, la celebración real fue en un puesto de comida callejera junto contigo, Sehee. Desde que habíamos empezado a hablar más seguido el tema de los cumpleaños no había surgido, pero cuando te enteraste de que yo no había cumplido hace mucho, no dudaste en invitarme a dar un paseo.
A veces pienso que lo hiciste por haber estado desaparecida unos días, en otras ocasiones solo pienso que fue algo que surgió espontáneamente. De la manera que fuera... Fui inmensamente feliz contigo de pie a mi lado, comiendo un bocadillo que era lo más común que podríamos haber hallado.
Solo éramos nosostros dos, incluso aunque la dueña del puesto estaba frente a nosostros siguiendo con su labor. Cuando terminamos de comer, recuerdo que compré una porción extra para llevarle un poco a mi hermana y tú sonriente dulcemente, como aquella vez que corrieron en el parque.
—Oye, todavía debes invitarme a un lugar divertido. No creas que lo he olvidado solo porque te traje para celebrar tu cumpleaños.
Recuerdo que mis mejillas se sintieron ligeramente calientes. Ese lado juguetón tuyo era algo que quería conocer más y más.
De repente ya no era solo un cachito de mi corazón el que estaba cayendo rendido por ti. Todo mi cuerpo era consciente de lo nervioso que me ponía cada vez que te tenía cerca. Y no era un nerviosismo incómodo, en su lugar era un nerviosismo que disfrutaba, tal vez más de lo normal.
—¿Quieres que te invite ahora?
—No, hoy soy yo la que te quiere sorprender.
De repente te sacaste tu mochila y la pusiste frente a ti, de esa forma metiste tu mano derecha en uno de los bolsillos pequeños y de ahí sacaste una pulsera. Inmediatamente vi la inicial de mi nombre cuando me la entendiste. Mi cara de bobo no pudo ser más notoria.
—¿Es un regalo para mí?
—Claro. No es un regalo muy costoso ni tampoco es la gran cosa... Pero pensé que te podría gustar. Hace mucho no hacía pulseras, pero hice mi mejor intento.
La forma en que me sentí conmovido fue más allá de la razón, por lo mismo tomé el lindo objeto y, sin pensarlo, te envolví con mis brazos. Tu cuerpo se puso tenso, incluso así no me apartarse y dejaste que siguiera envolviendo tu cuerpo.
—Gracias, Sehee. Es un detalle muy bonito. Creo que ha sido mi mejor cumpleaños en mucho tiempo.
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