Cap4: Los cuatro

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Cap 4

Los 4

En un salón enorme, amueblado, amplio, alto y elegante. En un lugar que el mundo desconoces, salvo ellos. Tres personas discuten acaloradamente.

- ¡Ya es suficiente exposición, demostración! ¡Demasiado! –

- Sos muy desconfiado, Merzeer.

- ¿Quieren dejar de discutir? –

MERZEER, el número cuatro, representante de Pensilvania y Europa del este. De su familia siempre fue el más pálido, por una extraña mutación tenía los ojos amarillos, el iris. De carácter fuerte, tan fuerte que había lanzado una daga contra la pared, había quedo ahí....De sus siete hermanos era el más pequeño.

- ¿Por qué tienen que saber de nosotros? -

Desconfiado como el solo. Merzeer había sufrido maltrato y desprecio por varios de sus compañeros de chico. Los chicos suelen ser crueles, algunos sin saber que lo son. Ahí está la diferencia entre maldad y crueldad. Von Heirinch, su padre, observaba ese detalle, veía que hijo había forjado un carácter austero, una personalidad fuerte. Pronto lo inscribiría en la escuela: Heiserg Protect Country. Un lugar para quienes cuidarían de la humanidad y del planeta. Pero ya les hablaré de esa institución.

El pequeño fue creciendo y aprendiendo muchas cosas. Al padre de familia nadie le cuestionaba nada. Sus hermanos y hermanas estaban orgullosos de él. Igualmente no había riñas entre ellos cada uno tenía lo que le pertenecía...Vivian en mansiones, que con el correr de los tiempos las fueron ayornando. Un lugar lleno de verde, árboles y flores, costo mucho poder recuperarlo. De sus hermanos solo quedaban tres.

- Tene cuidado con eso – decía – lo afile esta mañana.

En su familia habían aprendido a defenderse con arma blancas. Tenía muy en claro que al momento de enojarse debía descargar su ira contra algún objeto, preferentemente la pared. Le habían dicho que al menos que le hagan daño de alguna forma era un problema interno, no era justo descargarse con los demás.

- Venis de un lugar bastante lejos.

- Sabes que sufrió bastante.

- Yo también, Adam.

Merzeer era el más lindo y fuerte de esa familia.

Corrió la silla de cuero negro y se sentó, ya un poco más calmado. Siempre con esa elegancia que lo caracterizaba, era abrigo negro hermoso. Nos hacía recordar a esas épocas de reyes...Nader era el más parecido a él, al menos en su forma de ser... Su amigo pálido lo miró y dijo:

- ¿Nader, que pensas?

NADER gran representante de Asia, cargaba con una gran sabiduría, que solo los habitantes del desierto tenían, lo miró y poniendo una mano sobre su hombro expresó:

- Te gustaría saber quién te cuida, al menos para agradecerlo ¿no? Bueno, a ellos también.

Asintió con la cabeza. Él era de mirada profunda, con esos ojos claros como un oasis. De sangre y rasgos árabes. Así como su amigo también fue criado bajo la tutela de su padre. Ya de niño se había enamorado de una linda niña que no era de la misma situación económica. El padre no la aceptaba, pero por insistencia de la madre pudieron estar juntos. Las en aquel continente, aunque todavía un poco arcaicas, habían cambiado bastante, ya sea por su sabiduría, belleza, sensibilidad o por el mero hecho de cargar vida en su vientre, la mujer era respetada y admirada. A los veinte años cuando paseaba con su caballo negro Alabám, Kala una hermosa mujer que acercó a aquel animal indomable, que solo él lo podía calmar. Qué clase de persona, de ser era capaz de hablarle a su caballo y lograr de que se quedara quieto. Vivieron juntos durante mucho tiempo. Pero después por culpa de las guerras llegó una nueva enfermedad, una tarde de Abril llegó Alabám con ella casi sin vida, apenas se oía sus latidos. No pudieron hacer mucho, la cura se encontró después. Sufrió, lloro demasiado, se quedaba solo en la casa. El padre llevó a dar una vuelta por el desierto.

Luna llena Libro 2: SociedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora