Si hay algo que detesto en toda esta vida es que me miren mientras cómo, y eso estaba haciendo el chico frente a mi. Con una tonta y ridícula sonrisa me miraba desde el otro lado de la mesa, lastimosamente no pude evitar mirarlo fríamente y lentamente levantar mi mano a la altura de mi pecho, para posteriormente sacarle el dedo de en medio.
Enojo, quería que sintiera eso ante mi actitud, sin embargo, no fue así, él simplemente me seguía mirando con esa expresión. Pensé que Aidan guardaría silencio al menos hasta el final de la cena, no obstante, lo rompió con unas palabras que me dejaron sin habla unos pocos segundos.
—¿Qué fue lo que nos pasó, Neve? —preguntó el rubio.
No pude evitarlo y simplemente me eché a reír ante dichas palabras. Este sujeto aún tiene el cinismo de preguntar eso, aún cuando él sabe perfectamente que todo fue por su culpa.
—Definitivamente, yo también quiero fumar la misma porquería que tú —Dije entre risas.
Aidan borró por fin aquella sonrisa y me miró serio.
—Es enserio. ¿Qué fue lo que nos pasó?.
Dure en poco de tiempo para poder dejar de reír y estabilizarme, pero en cuanto pude volver a la normalidad lo mire directamente a los ojos y le solté le golpe la realidad, esa que el intentaba ocultar.
—Cariño, todo esto fue por tú culpa. Aquel catorce de febrero en que nos reunimos hablamos del tema.
Antes de seguir hablando guarde silencio unos segundos, para de este modo poder darle un sorbo grande a mi bebida.
—Cinco chicas, con cinco te acostaste en aquella semana que fuiste a Brasil. Te juro que si hubiera sido una te lo perdonaría, pero cinco.
Aidan bajo la cabeza de inmediato.
—Ese día hablamos de esto y los dos llegamos a la conclusión de que lo mejor era romper. Yo era mucho para ti y tú mismo lo dijiste.
—Neve, realmente yo te amaba.
—Sí realmente me hubieras amado no te hubieras acostado con esas mujeres, o por lo menos hubieras pedido perdón por tus actos, sin embargo, no lo hiciste.
No pude evitar que se formará en mi garganta un nudo, un fuerte nudo que me hacía imposible poder expresarme como se debía. No iba a llorar, no en frente de él.
Siendo sincera en aquel entonces amaba enormemente a Aidan, él era todo lo que yo necesitaba en mi vida, era mi complemento, mi amigo, mi compañero… mi novio. Aidan Braun era mi otra mitad.
Entendí que de nada vale si amas a alguien y esa persona no te ama con la misma intensidad. En las relaciones hay que ser equitativo y en la nuestra siempre falto eso, la igualdad, el amor mutuo.
Por eso los cuatro años que pasamos siendo novios se fueron a la basura, y ahí se quedarán.
—Creó que no era el momento ni el lugar para hablar de esto —Mencionó Aidan, mientras posaba su mano derecha sobre su nuca.
—Nunca será el lugar ni el momento.
Un silencio enorme nos atrapó de nuevo. Yo seguí comiendo, pero él dejó de hacerlo, supongo que estaba pensando en todo lo que le había dicho. No siento culpa de mis palabras, eran la realidad y no se podía ocultar. No podemos guardar la verdad solamente para evitar dañar a las personas.
Luego de aproximadamente quince minutos más por fin pude terminar de comer, no les negaré que quede a reventar, había deborado todas las hamburguesa. Creó que subiré de peso.
Luego de comer, Aidan pagó y nos fuimos de regreso al coche.
—¿A dónde me llevarás?. Ya es tarde y necesito dormir—Dije, esperando resivir una respuesta de parte del rubio, no obstante, nunca llegó.
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El Rey de la Mafia [En Pausa]
AcakEL REY DE LA MAFIA. El amor no es un buen ingrediente entre las drogas y la sangre.