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—Dese prisa a Dwarfstone, ser Addam.
Las puertas se abrieron dando paso a la princesa Rhaenya, quien miró a su hermana menor sentada en la esquina de la mesa del consejo. Está al verla le dio una sonrisa vacía. Caminó hasta su padre mirando a los Capas Dorada que fueron requeridos.
Dos días habían pasado desde que sucedió el horrible atentado en contra de la princesa, y dos días fueron los que necesitó para salir de ese pequeño ensimismamiento en el que ella sola se había metido. Su padre no volvió a decirle absolutamente nada, como ya era costumbre entre ellos cada vez que sucedía algo malo, aún cuando en el consejo se mencionó que la princesa debía de tomar como esposo a un nuevo candidato. Y aún cuando su ojo y pómulo se hincharon tanto que necesitó cubrirse el rostro con una mascada.
