Había una vez una familia que se mudó a una casa en el campo. La casa era vieja y estaba rodeada de árboles y arbustos. La familia estaba emocionada por la idea de vivir en un lugar tranquilo y alejado del ruido de la ciudad.
Sin embargo, pronto comenzaron a experimentar cosas extrañas en la casa. Oían ruidos extraños en las paredes y puertas que se abrían y cerraban solas. A veces, sentían una presencia extraña en la casa, como si alguien los estuviera observando.
Una noche, la familia fue despertada por un fuerte golpe en la puerta principal. Cuando fueron a investigar, encontraron la puerta abierta y no había nadie allí. A partir de ese momento, las cosas empeoraron. Las luces parpadeaban y los objetos se movían solos. La familia comenzó a sentir miedo y se dieron cuenta de que algo malo estaba sucediendo en la casa.
Un día, decidieron buscar ayuda y contrataron a un experto en lo paranormal para que investigara la casa. El experto descubrió que la casa estaba construida en un cementerio indígena y que los espíritus de los antiguos habitantes se habían quedado atrapados allí.
La familia decidió abandonar la casa de inmediato, pero los espíritus no los dejaron ir tan fácilmente. Durante semanas, los espíritus continuaron persiguiéndolos y atormentándolos. La familia finalmente se mudó a otra ciudad, pero nunca olvidaron la horrible experiencia que vivieron en aquella casa en el campo.
