Ch 9. 🍭

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Vladimir

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Vladimir.

—Mierda—susurro tan bajo como me es posible.

Trato de regularizar mi respiración, nadie debe notar lo agitada que se está poniendo, en especial sintiendo el pie de Grace acariciar mis pantorrillas por debajo de la mesa.

En cualquier momento escupiré todo el café en mi boca gracias a sus caricias. ¿Cómo no hacerlo? En la cabeza de la mesa se encuentra Conrad, desayunando tranquilamente sin notar cómo su hija intenta tocarme a escondidas.

¿Cómo es que terminé así?

—Papá—la indiscutible voz de Grace resuena en el comedor.

—¿Qué ocurre querida?

Mantengo la mirada en mi desayuno, haciendo lo posible por no verla.

—¿Crees que puedas acompañarme a hacer unas compras?

De reojo veo a mi amigo, este se encuentra totalmente concentrado en su móvil. En ningún momento le da una mirada a Grace.

—Lo siento cariño, no creo que pueda. Debo ir a la empresa, y después a por tu madre en su nuevo Spa. ¿Por qué no le preguntas a Vladimir?

Al escuchar mi nombre de parte de Conrad, me atraganto con los huevos revueltos que estoy comiendo en este momento, llamando la atención de los presentes en la mesa.

—Por Dios, Vlad. ¿Estás bien? Bebe un poco de agua.

Conrad se precipita en mi dirección, sin embargo lo detengo alzando una mano. Rápidamente bebo un poco de agua para poder calmarme, y tras toser unas pocas veces más, consigo calmarme.

—¿Seguro que te encuentras bien?

Asiento fervientemente.

—Sí, no te preocupes. Me sorprendió un poco el que me mencionaras tan repentinamente.

—Ir de compras con Vlad sería fantástico, padre—intervino Grace.

—Sí, también me parece fantástico—le responde, volviendo a enfocarse en su móvil.

Sin más se pone de pie, pegando el aparato a su oreja y así poder marcharse del comedor. No puedo creer que me deja tan fácilmente con la persona que no quiero estar a solas.

—Entonces, ¿me llevaras de compras?—inquiere Grace, después de unos cuantos segundos en silencio.

Todo mi cuerpo se tensa con tan solo escuchar su voz. En un milisegundo el recuerdo de sus labios sobre mi piel aparece en mi cabeza, pero lo borro sacudiendo esta. No puedo pensar en eso, no cuando fue lo más erróneo que he hecho en mi vida.

—No sé qué planeas, pero es mejor que te detengas, y ya—declaro, limpiando los restos de comida de mi boca.

Grace suelta una leve carcajada, los cubiertos resuenan en su plato cuando los deja con brusquedad y cruza los brazos.

Cuando todos duermen ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora