Ch 7. 🍭

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Grace.

Balanceo mis piernas con gracia, disfrutando de la expresión en el rostro del rubio frente a mí.

Tengo que poner toda mi voluntad para que mis ojos no desciendan de su rostro. De no ser porque reaccione a tiempo, me habría ahogado con las cerezas que estaba comiendo antes de su aparición en la cocina.

Debe ser un pecado probar ese abdomen.

Pecado que estoy dispuesta a pagar si tan solo puedo deslizar mi lengua por todo su trabajado cuerpo.

Sinceramente no espere que él apareciera de tal manera en la cocina, y mucho menos con el torso completamente descubierto, usando tan solo la parte inferior de lo que supongo es su ropa para dormir.

—Vlad.

Le llamo, lamiendo el dulce jugo de la cereza de mis dedos.

—Grace.

El sonido de mi nombre en su voz áspera y profunda hace que se me acelere el pulso.

Quiero bajar de la encimera en la que estoy sentada para acercarme a él hasta poder acorralarlo. Realmente es muy ardiente, estando vestido o no, amo verlo en trajes, pero tenerlo semi desnudo frente a mí es delicioso.

Espero a que diga algo más.

Abre la boca repetidas veces, sin embargo no dice nada, las palabras mueren en sus labios. Intenta mantener sus ojos en mi rostro, pero no puede y se desvían a mis piernas descubiertas.

Parpadea repetidas veces, como si no pudiera creer lo que está viendo. Sonrío con malicia, agradeciéndome el haber decidido solo usar la misma camiseta con la cual me vio por la mañana y nada más.

Impaciente, rompo el silencio que nos rodea.

—Lindo tatuaje—gesticulo, llevando un trozo de queso a mi boca.

Vlad sale de su estupefacción y lleva una de sus manos al lado izquierdo de su abdomen.

—Oh, esto—balbucea.

—Sí, eso.

Por un segundo se me hace ver sus mejillas sonrojarse, pero no. Llevo la mirada de nuevo a ese tatuaje que jamás vi.

—¿Cuándo te lo hiciste?—indago, señalando el dibujo de lo que supuse eran rayos.

El dibujo sale desde su pelvis hasta subir por la zona del abdomen. Es muy simple, pero aún así bastante cautivador.

—Hace un par de años, una noche bastante alocada.

—¿Alocada?, ¿no es el termino que usan los señores como mi padre?

Vlad ríe bajo.

—En realidad lo usa mucho Michael, mi asistente quien está a cargo de la otra sucursal de la empresa por el momento.

Cuando todos duermen ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora