Amor De Calendario

11

Dicen que el tiempo pasa rápido cuando estás enamorado. Bueno, eso es lo que Sakura estaba experimentando en estos momentos.

Mientras observaba las decoraciones de Navidad en el hospital, más la notoria baja de temperatura en el ambiente, no podía dejar de pensar en lo mucho que su vida había cambiado en tan solo un año. Y todo se debía a una persona en especial.

Naruto llegó a su vida precisamente  después de Navidad, y de forma inesperada terminó por relacionarse con él y su mundo. Una decisión de la que no se arrepentía para nada.

Desafortunadamente está Navidad no podría estar junto a él, pues le tocó el turno nocturno en el hospital y ya no podía darse el lujo de faltar demasiado.

Mebuki estuvo muy decepcionada al enterarse de que trabajaría durante esa fecha, pues finalmente su hija tenía a alguien a quien llevar a la cena familiar. Una total pena, según la rubia.

Sentada en la cafetería, apoyando su rostro en la mano, y confortándose con el silencio de una clínica vacía, meditó sobre las lecciones que aprendió durante este año, y negó con la cabeza al percatarse de lo meditabunda que se había puesto. Ahora entendía porque decían que la navidad era una época de reflexión.

Y, tras una jornada tranquila con uno que otro paciente, terminó su turno a altas horas de la madrugada y se adentró en la noche helada salpicada de estrellas plateadas y pequeños copos de nieve. Y justo en medio de la oscuridad, iluminado por una farola que desprendía un rayo champaña, formando un halo dorado alrededor de su cabellera rubia, estaba Naruto, con las manos en los bolsillos y una bufanda alrededor de su cuello.

Sakura sonrió enternecida y exhaló una nube de vapor al acercarse a Naruto.

No podía pedir un regalo mejor.

[...]

Faltaba poco para que todos los invitados llegaran, por lo que Kushina estaba impaciente por que su hijo terminara de poner la mesa.

Naruto colocó los cubiertos con poco entusiasmo.

Está Navidad planeaba presentarle a su familia a Sakura, y no pudo evitar sentirse decepcionado cuando se enteró que ella trabajará está noche.

Quizás parecía un poco apresurado llevarla a casa para que su familia, a excepción de sus padres y Jiraiya, por fin la conocieran, pero sentía que era lo justo después de que ella lo llevó a la boda de su hermano y prácticamente conoció a todos sus familiares. Aunque en aquel entonces todavía no se involucraban sentimentalmente...

-Naruto ¿Puedes ayudarme en la cocina? -pidió Minato, asomándose a través de la puerta, con un delantal de cuadros rojos y blancos encima de un suéter azul.

Su hijo lo siguió y ayudó a sacar del horno un enorme pavo que pesaba lo suficiente como para necesitar que dos sujetos lo sostuvieran. Al dejarlo sobre la mesa, el rubio mayor se limpió el sudor de la frente con un trapo y contempló al animal rostizado con complacencia.

-Bien, creo que será suficiente para esta noche -comentó Minato, a lo que Naruto sólo suspiró sin escuchar del todo a su padre-. ¿Sucede algo, hijo? Normalmente estás muy entusiasmado por la cena de Navidad -observó.

-Sí, es solo... quería pasar esta fiesta junto a Sakura -respondió cabizbajo.

-De verdad la quieres, ¿no? -afirmó Minato, a lo que el rubio menor sólo se ruborizó como respuesta-. Entiendo porque te sientes así, pero sabes algo, habrá muchas más navidades en el futuro que podrás celebrar junto a ella, así que no hay razón para estar triste hoy.

Naruto contempló a su padre con deslumbramiento. Le parecía increíble que Minato afirmara que su relación con la pelirosa sería tan longeva que incluso tendrían cientos de navidades para festejar juntos. Y honestamente él también lo sentía.
Quizás no se conocían desde hace mucho, pero en su interior, el rubio ya consideraba a Sakura como una parte de sí, y al pensar en el futuro ella estaba ahí, junto a él.