Capituló 10

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"Yo aprendí de cada error"

Ver ciervos y alimentarlos con galletas Sembei en Nara había sido una grata experiencia, pasear por los jardines Yoshiki-en también fue agradable, buscar a Takemichi entre los musgos no lo fue tanto.

A petición de Koko —uno de los amigos de Hanma que había conocido el día del viaje—, durmieron en un shukubo después de cuatro días en carretera, la vivencia no había sido barata, Koko tenía gustos bastantes caros, y despertarse al amanecer para asistir a la ceremonia Otsutome no fue de todo su agrado, pero los monjes eran amables y la comida estaba muy buena, así que no se quedó como una mala experiencia.

La mala experiencia fue en Osaka, donde en una discoteca un señor que aparentaba tener cincuenta años casi secuestra a Takemichi, y Sanzu casi ve la luz al inyectarse una cosa extraña que le ofreció un desconocido con cabello púrpura fosforescente.
En serio ¿Qué idiota aceptaba lo que sea de alguien con cabello fosforescente? Al parecer Sanzu era lo suficientemente idiota.

Dos cosas le quedaron claras aquel día.
La primera era que debía desconfiar siempre de la gente con color de cabello extravagante, y la segunda, cuando Takemichi se ponía serio podía dar golpes realmente fuertes.

Cada lugar que visitaron había dejado un agradable recuerdo o una lección de vida a Chifuyu. Se preguntaba por qué nunca había hecho algo como eso en el pasado y se prometió a sí mismo repetirlo algún día.

La nostalgia pegó fuerte cuando estuvieron a una semana de volver a la vida real, el verano se estaba acabando y ellos debían regresar a sus obligaciones, ninguno quería realmente, pero la escuela o sus empleos los obligaban a bajarse de las nubes.

Era viernes y acababan de volver de una cena tranquila en un restaurante tradicional cerca del hostal en en que se alojaban.
Chifuyu se encontraba en la habitación que compartía con Takemichi, el rubio había salido apenas llegar para enfrascarse en una extendida charla telefónica con Hina.
El ahora pelinegro miraba fijamente el cielo raso de madera caoba mientras pensaba. No lo hizo desde que emprendieron el viaje, había estado demasiado ocupado divirtiéndose durante el día y demasiado cansado durante la noche para ocupar su mente en algo que no fuera el plan del día siguiente. Pero en esos momentos, con el regreso a su realidad rozándole la nuca, no podía evitar pensar.

Lo qué más espacio ocupaba en su caótica mente, era la charla que tenía pendiente con Keisuke a la vuelta.

Chifuyu no estaba seguro de lo que le llevó a hacerlo, pero de un momento a otro se encontró recostado boca arriba sobre la cama con el teléfono pegado a la oreja, escuchando los pitidos del lado contrario a la línea, esperando pacientemente a que la persona del otro lado aceptase la llamada.

—¿Hola?

La voz al otro lado se oía pesada y cansada, por supuesto, lo más probable es que haya estado durmiendo. Eran más de las once y el pelinegro siempre había sido de acostarse temprano.
Chifuyu se sorprendió a sí mismo al no sentir amargura o rencor ante el recuerdo.

—¿Te he despertado? —preguntó, aunque ya conocía la respuesta

Escuchó el sonido de cosas revolverse, un interruptor y finalmente la voz de nuevo.

—¿Chifuyu?

El menor se imaginó que Baji no se había fijado en el remitente y simplemente contestó sin prestar atención. Otra manía que tenía.

De nuevo nada, ningún sentimiento negativo.

—Eso responde a mi pregunta —se permitió reír

Se permitió no sentirse amargado al intercambiar palabras con Keisuke.

LA PRIMERA VEZ (BAJIFUYU)(FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora