Prólogo

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Mis rodillas tocan el suelo húmedo y lodoso justo antes de desfallecer. Estoy exhausta pero, para mi cuerpo, descansar es un lujo que no puede permitirse sin importar cuanto lo exija. Con extrema dificultad consigo reunir las pocas fuerzas que me quedan y reanudo mi marcha.

El vestido de novia que llevo puesto está completamente destrozado y manchado de sangre. Se enreda cada dos por tres entre la maleza lo cual dificulta aún más mi andar que de por sí ya resulta pesado. Las gotas de lluvia resbalan por mi cuerpo fundiéndose a la asquerosa capa de suciedad que lo cubre y, sin embargo, no hay tiempo de pensar en ello. Cada segundo que pierda nos acerca más al peligro.

A lo lejos, oculta entre la niebla, consigo vislumbrar la silueta de lo que en algún momento fue una iglesia y ahora quedan únicamente ruinas y escombros. 

~Estoy cerca del río~ pensé mientras serpenteaba entre los árboles y la maleza intentando proteger de las ramas, arbustos y espinas la poca integridad física que me quedaba.

Sin más me lancé a correr lo más rápido que pude y conseguí cerrar la puerta de la abadía y trabarla con un trozo de tabla vieja. Quizá no resista mucho pero al menos me dará chance de escapar. Justo a tiempo. Los ladridos se hicieron cada vez más audibles a medida que la muerte se acercaba y el sonido de las garras contra la madera resultaba dolorosamente molesto.

Corrí con desesperación por los pasillos sintiéndome Ariadna en el laberinto del minotauro pero sin tener un hilo mágico o siquiera un halo de luz que me permitiera conducir mejor entre los vestigios del edificio. Seguí tropezando a ciegas en busca de alguna salida hasta que un estruendo indicó el colapso de la puerta principal y provoco un pequeño derrumbe en el que una enorme lámpara estuvo a punto de aplastarme y la puerta por la cual intentaba escapar quedo totalmente obstruida entre piedras y trozos de bigas calcinadas. Sin pensarlo mucho ascendí por el único camino disponible, una vieja escalera de madera en un estado de descomposición casi tan deplorable como mi cuerpo.

Un grito se me escapo luego de que mi pierna izquierda quedase atorara entre los tablones de un escalón que no pudo soportar mi peso. Tuve que apretar los dientes para no volver  a gritar mientras sacaba la pierna y sentía las astillas desgarrando mi piel. Agitada y con dificultad conseguí llegar a la cima de la antigua torre del campanario.

—Mierda.

~Estoy atrapada~

Un paso más hacia el abismo y todo terminó

—Ese vocabulario no es propio de una Señorita.

~Esa voz~

—¿Tú?

Es lo único que alcanzo a decir mientras un líquido caliente se escurre por mi costado y las lágrimas florecen en mis ojos. Ya no importa el vacío porque el que siento adentro es mucho más profundo y doloroso. Simplemente me dejo caer hacia la oscuridad.

El agua del río está helada pero ya no puedo pensar en nada, de hecho, me siento extrañamente feliz. Los pensamientos dan vueltas en mi cabeza uno tras otro para luego desaparecer hasta que solo queda un último recuerdo que también se desvanece mientras veo a ese rostro tan familiar, que literalmente acaba de apuñalarme por la espalda, observar como me ahogo en mi propia sangre.

Recuerdos  (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora