Recuerdos (Pausada)

Capítulo 8

Audrey

—¿Ahora que hacemos?

Ambos estamos de pie frente al coche de Dimitri. Usando nuestras reflexiones internas como pretexto para ignorar al otro y la tensión que lejos de apaciguar se va en constante incremento.

—¿Por qué me preguntas a mi? tu eres el vampiro.

—¿Y eso que tiene que ver?

—Tu eres el que tiene fuerza sobrehumana. Rómpelas— contesto obvia.

—Soy un vampiro no Superman.

—Me decepcionas.

—No es mi culpa que Hollywood les llene la cabeza a los adolescentes con falsa publicidad.

—¿entonces?—pregunto sobando mi brazo por las bajas temperaturas.

—¿En tu casa o en la mía?— lo miro atónita—No te estoy haciendo ninguna propuesta indecente—rebate ante mi expresión.

—A mi me suena que viene con doble sentido.

—Eso lo decides tú.

Dejando a un lado el hecho de que mis pensamientos respecto a él no conocen el pudor, si vamos a tener que permanecer atados, por quien sabe cuanto tiempo, no quiero salir de mi zona de confort. Anteriormente las cosas se descontrolaron un poco.

—La mía— respondo rápido pero no muy convencida. No creo que mi Razocinio esté asociado al lugar. Su mera presencia y los comentarios indecentes ya están convirtiendo mi cordura en un elefante sobre la cuerda floja.

—No puedes  manejar así.

Su sonrisa me hace estremecer. Antes de que pueda darme cuenta su mano esposada sostiene la mía por la muñeca y me rodea con su cuerpo poniendo la otra mano en mi cintura para atraerme, haciendome sientir la dureza de su pecho contra mi espalda.

—¿Decías?— volteo la cabeza para encontrar su rostro a escasos centímetros del mío.

—No me sentaré en tus piernas— giro en dirección contraria para alejarme.

—Ya lo hiciste una vez.

—Fueron circunstancias excepcionales y el espacio no era tan reducido.

—¿Te da miedo la cercanía?

—Dame eso—lo ignoro y tomo las llaves en lo que el comienza a reír.

Con mucha torpeza, por mi parte ya que este hombre es todo gracia y elegancia, conseguimos acomodarnos en el interior .

—¿Al menos sabes como conducir? —
Cuestiona mientras me acomodo el cinturón de Seguridad.

—Siempre hay una primera vez para todo.

Agarro el volante no muy convencida y miro vacilante al vampiro.

—A mi no me mires. Aquí la mortal suicida eres tú— se muestra indiferente pero se que está siendo cauteloso, si algo sale mal no me dejaría morir ¿o sí?

—Ok—contengo el aire en una profunda inhalación— allá vamos—aprieto fuertemente el volante y arranco el vehículo luego de expulsar el aire contenido.

[...]

—¡Auch, Dimitri para!

Su intento por romper las esposas solo consiguió doblarlas y ceñirlas más a mi piel.

—Es inútil.

—Habrá que considerar alternativas.

Un bombillito se enciende en mi cabeza luego de rebuscar con la mirada entre los utensilios dispersos sobre la barra de la cosina.