Capítulo 5

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Dimitri

—¡No puedes seguir anteponiendo tus intereses al deber!— dice el Rubio ya exaltado levantándose del asiento de cuero negro y posicionándose en frente de mi. Ambos separados por el escritorio.

—Claro que puedo—Contesto con obviedad en un tono relajado.

Reclino mi cuerpo hacia atrás en la silla mientras juego con un bolígrafo haciéndolo girar entre los dedos.

—No deberías.

~Ahí va de nuevo~

Giro los ojos en un gesto de fastidio.

—Ambos sabemos que yo no elegí esto.

—Pero no queda otra opción. Hay demasiado en juego.

—¿Crees que no soy consciente de que las cosas se están viniendo abajo?

—Aún así. No confío plenamente en tus facultades. Eres demasiado impulsivo—Me pongo de pie para estar a su altura, enfrentandolo con la mirada, mientras ambas manos hacen presión sobre la madera del mueble. Después de una hora de sermones ininterrumpidos mi paciencia está al límite. 

—¿Que insinuas? ¿Que en cuanto tenga a Lucciano delante voy a dejar que todo se valla a la mierda? Por Dios, Vladimir, no soy un irresponsable.

—Ya lo hiciste una vez. O tengo que recordarte lo caro que nos salió tu jueguito—Cierro los ojos y muevo la cabeza de un lado a otro en negación, debido a su acto de restarle importancia.

—¿Así es como tu lo ves? hace mucho que esto dejó de ser un simple juego de niños.

—Si quieres que cambie de opinión cambia tu primero esa actitud inmadura y comienza a actuar como un hombre de una vez. Solo estas consiguiendo ponerme en una situación difícil.

—Perdón señor aristócrata por hacerlo elegir entre el deber y la moral—digo en tono de burla.

—Deja el sinismo. Simplemente te estoy pidiendo que seas prudente. Esta vez no podré detener tu ejecución.

—Si lo hiciste es porque en el fondo sabías que era una condena injusta.

—Atacar a un noble es una ofensa muy grave ¿Eso no te parece suficiente razón para mandarte a la guillotina?—Sin darnos cuenta nuestras voces han ido poco a poco subiendo de tono.

—No cuando ese monstruo cometió crímenes peores y sigue impune—Lo que en un inicio se suponía hiba a ser una plática sibilizada ha alcanzado una escala de registros mayores.

—No tenías manera de probarlo y aún así intentaste asesinarlo públicamente. ¡¿Acaso querías morir?!—Aprieto la mandíbula y cierro mis manos en un puño por la impotencia. Escucho un ligero crack acompañado de la sensación de un líquido impregnandose en la palma de mi mano.

—La prueba viviente está arriba en una de las habitaciones—Señalo con uno de mis brazos dándole mayor connotación a mis palabras— Una mujer que está marcada por el resto de su existencia. Una víctima entre muchas. Y como si los abusos, las torturas y las humillaciones no hubiesen sido suficiente tuvo que soportar que le arrebataran a su hijo de los brazos. ¿Necesitas más evidencia que esa?

Estrello ambas palmas sobre la mesa conteniendo las ganas de golpear al vampiro frente a mi.

—Además. Yo nunca pedí formar parte de tu acto de caridad mensual.

—No seas malagradecido. Renuncié a mi cargo por tí . Perdí mi status, mis influencias y toda credibilidad ante el Consejo.

—Te hubieses ahorrado más molestias si simplemente me hubieras dejado morir—mascullo

Recuerdos  (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora