—¿Qué haces aquí? —Preguntó ella, algo confusa por verle allí tan tarde.
—He venido a hablar contigo, Marcela. —Pronunció Armando, su voz mostraba claramente que no estaba en su estado normal.
—Es tarde, quiero cenar e irme a la cama, así que... —Marcela intentó echarle, pero él no estaba dispuesto a irse.
—Cinco minutos, ¿te parece mucho? —Insistió, sabiendo que duraría mucho más de cinco minutos.
—Dependiendo de la situación, sí, parece mucho. —Una vez más intentó cortar la conversación, siendo aún inútil.
—Por favor, Marcela, no seas terca ni egoísta. —Pidió, creyéndose con derecho a estar allí, como si Marcela tuviera la obligación de escucharle.
—¿Egoísta yo? —Preguntó indignada, después de todo lo que había hecho, aún la llamaba egoísta.
—No me dejas que me explique, que hable contigo. —Dijo, suavizando un poco su discurso anterior. Armando ya estaba en el comedor de Marcela.
—Me parece increíble esta inversión que haces. No quiero oírte, Armando, porque no hay nada que oír, lo obvio ya está bien explicado.
—Por favor. —Pidió el Mendoza, dispuesto a insistir cuantas veces fuera necesario.
Marcela no tenía mucha opción, ya no lo quería ahí, no quería hablarle ni escucharlo, pero al mismo tiempo sabía que eso parecía un poco inmaduro de su parte, también sabía que Armando no se iría tan pronto y que insistiría en hablar con ella. Marcela ya conocía su comportamiento, sano o borracho, solía ser insistente cuando quería algo.
Armando también la conocía, o creía conocerla muy bien, no estaba tan seguro de que ella lo perdonara esta vez, pero sabía que Marcela solía ceder. No sabía por qué, pero estaba muy apegada a esa relación. Tanto que, hiciera lo que hiciera, Marcela siempre le dejaba volver, siempre le perdonaba, siempre le aceptaba, podía tardar un poco, pero nunca se iba.
—Siéntate, voy a apagar el fuego. —Dijo recordando que yo estaba cocinando cuando él llegó, mientras se dirigía a su cocina.
En esos minutos que estuvo allí, en completo silencio, formulando en su cabeza lo que iba a decir, miró el reloj que marcaba las once de la noche y luego alrededor, buscaba dónde estaría el whisky que normalmente estaba en la vitrina.
—¿Qué quieres? —Preguntó al ver que parecía buscar algo cerca de sus copas.
—¿Dónde están las botellas de whisky? —Preguntó Armando al no ver a ninguno de ellos.
—Las guardé, ya no bebo y no lo haré por mucho tiempo. —Dijo, saliendo de la cocina.
—¿Puedes decirme dónde están?
—Creo que has bebido demasiado y es una bebida fuerte. —Dijo Marcela, casi en tono de reproche, sabiendo que un día caería en coma etílico.
—Casi nada.
—Entonces, ¿quieres hablar de cancelar la boda o qué? —Preguntó ella, mientras se sentaba en el extremo de la mesa del comedor, seguida por él, que hizo lo mismo.
—¿Cancelar? —Preguntó Armando sin entender, pillado por sorpresa.
—Sí, habíamos acordado aplazar la boda, porque en septiembre el bebé estaría a punto de nacer, pero ahora no veo ninguna razón para casarme. —Explicó, sabiendo que se enfrentaría al ridículo social y a las burlas de su círculo social.

ESTÁS LEYENDO
Un cambio inesperado
FanfictionMarcela y Armando no eran una pareja tan armoniosa y estable como las demás, y cuando creían que su relación había terminado, reciben una noticia inesperada. Algo que no podían imaginar que sucediera ahora, capaz de cambiar no sólo a ambos, sino tam...