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Hola, ¿cómo estás?

Sé que he retrasado el capítulo de hoy, pero el lunes habrá otro para compensar el retraso.

Espero que lo disfrutes y me cuentes qué te parece. 🫶🏻

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—Ah, eres tú... qué susto. —Dijo Camila al ver a Armando caminando por el salón de su apartamento.

—¿Qué haces levantada? Sueles dormir temprano. —Preguntó él, también sorprendido de verla a esas horas.

—Hoy Miguel me ha dado un poco de trabajo para ponerlo a dormir, estaba inquieto jugando con tu perro. Pero, ¿qué haces aquí? Hace tiempo que no duermes en tu apartamento. —Preguntó ella, curiosa por saber el motivo de su presencia.

—Dormí aquí ayer. —Le dijo Armando, pensando que ella se había dado cuenta.

—¿De verdad? Bueno, me cansé tanto del lanzamiento que me fui a dormir y no vi nada hasta las diez de la mañana.

—Me he dado cuenta, ni siquiera has ido a la junta.

—No estoy acostumbrada a ir a esas reuniones y no había niñera para Miguel. Además, mamá ya me lo ha contado todo.

—¿Así que ya sabes...?

—Sí, supongo que ya no soy la oveja negra de la familia. —Bromeó y rió, haciendo gala de su característico buen humor. —Es una broma, no quiero que te sientas mal.

—¿No estás molesta conmigo? —Preguntó Armando, pensando que actuaría como los demás miembros de la familia.

—Ay, Armando, todos cometen errores. ¿Era grave? Sí, muy grave, pero sé que hiciste todo lo posible para mantener la empresa. Y debido a tu rivalidad con Daniel también, no puedo defenderte. —Dijo asumiendo su papel de hermana mayor.

—Sí, no quería tener que admitir que mi propuesta era defectuosa y casi inviable, sabía que perdería la presidencia y tendría que aguantar a Daniel como presidente. —Confesó, admitiéndolo por fin en voz alta por primera vez.

Armando había pecado por su orgullo, por no querer demostrarle a Daniel que tenía razón, que Armando no podía ser un buen presidente, que fracasaría en su primer año. También quería que sus padres se sintieran orgullosos, demostrarles que todos sus estudios y años de aprendizaje habían servido para algo, demostrarles que la confianza que habían depositado en él no era en vano, pero al final todo acabó de la peor manera posible y ahora sus padres ya ni siquiera le dirigían la palabra.

—De todas formas no perdería la oportunidad. —Dije, ya conociendo a Daniel Valencia. —Pero dime, ¿por eso no fuiste a dormir al apartamento de Marcela? ¿Está enfadada contigo?

—Creo que Marcela no quiere ni verme delante de ella. —Armando se rió sin gracia mientras se servía otro vaso de whisky.

—Dale tiempo, Marcela te quiere, estará de tu lado. —Dijo, convencida de que su cuñada sería la primera en apoyar a Armando.

Los que conocían a Marcela desde hacía más tiempo sabían que era del tipo familiar, del tipo que haría todo lo posible por las personas a las que quería, que las cuidaba y apoyaba en todo momento y ella sabía que Marcela también era así con Armando. Camila nunca había tenido la oportunidad de verlos en persona como pareja, después de todo, se había ido unos años antes de que Marcela y Armando se juntaran, pero había seguido la relación de los dos a través de revistas y por lo que Armando le contaba en las muchas llamadas telefónicas semanales que hacían.

Un cambio inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora