Cada planeta orbitando a su alrededor tuvo que moverse a una distancia razonable para estar cerca de él. Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Entre ellos, el pequeño Plutón. Nadie pudo detenerlo.
─¡Solo Jasper! ─gritó y se escuchó por el cosmos. Jasper volteó.
Jasper estaba... No había palabras para describir lo que sentía Jasper, habían pasado miles de años.
» ¿Qué te trae por aquí, Solo Jasper? ─preguntó efusivo. Estrella Mayor se acomodó en su lugar.
─Buenas estrellas, su Luminiscencia ─hizo una reverencia.
─Ay, fuera las formalidades. Dime, que las estrellas me soltaron polvo estelar chismoso ─pidió casi cómico─. ¿Qué ha sido de ti?
Jasper tomó materia oscura en sus orificios. Esto iría para largo.
─Su Majestuosidad ─decía sin mirarlo─, me he enamorado. Y usted puede ayudarme.
Hubo desilusión en los ojos del sol. La joven luna ya no era joven, sin embargo, permanecía encantadora. Ya no lo llamaba por el nombre que él le había puesto siglos atrás.
Aquello era decepcionante.
─¿Qué desea tu corazón, Solo Jasper? ─preguntó una vez más, agachándose junto a él y quemando su superficie con su tacto cariñoso.
Esto iba a ser difícil. Mirándolo a los ojos, Jasper decidió ser directo.
─Deseo que me destruya. Me he enamorado de un... ser celeste, que ya no está, y yo no puedo seguir sin él.
Morn se apartó horrorizado, y todos se escandalizaron al oír ese sangriento pedido.
─¿Yo? ¿Destruir una luna? No, no podría. Yo jamás...
─Pero se lo suplico ─tomó su mano sin importarle que los rayos lo hirieran─, estoy roto ya.
─Yo no veo grietas...
─Mi núcleo nunca será el mismo, soy una roca vacía, ya no hay lugar para mí si él no está a mi lado ─se sorbió la humedad de su roca, le picaba el polvillo─. Por favor, no soporto esto. Yo lo amo, pero no quiero sentirme así con su decisión. El cosmos lo llamó, él ya no tenía lugar en esta galaxia, pero yo sí y no deseo eso.
─Luna, yo...
─Me llamo Jasper ─interrumpió.
─Luna Jasper, entiendo que te hayas enamorado, pero el poder que conlleva destruir algo voluntariamente... Podría implosionar yo.
─¿Usted teme dejar de existir?
Morn miró a los ojos secos de Jasper. Llevaba tantos años llorando.
Él tampoco podría vivir sin Solo Jasper, porque a pesar de la distancia, siempre había habido algo especial en él.
─Honestamente, no, pero...
─Entonces, por favor ─se acercó más. Morn vio cómo todo su rostro pasaba a ser más oscuro por su calor, pero a él no parecía importarle─, por favor, reúname con mi amado. Solo el universo y un sol tienen ese poder.
Extrañado, solo lo observó una vez más. Jasper parecía deshecho, con los cráteres todos rotos por el dolor, con cada polvo hecho pilas que rogaban por ser sopladas, con lo que alguna vez fue una limpia superficie, agotada y herida.
─¿Él te ha hecho querer ese final?
Jasper sonrió, genuinamente contento. Se había acordado de él, y eso era suficiente.
─Él me ha vuelto prano, aún siendo una luna.
Jasper deseaba lo que los seres de Tierra conocían como morir, un destino horrible, pero...
Pero para Jasper, esa parecía la única opción, ¿cierto?
Morn se concentró, guiándose hacia Jasper. Por último, preguntó:
─¿Seguro que deseas esto?
Y casi como si él se hubiera mentalizado siglos atrás, dijo:
─Tan seguro como que he amado a un planeta, error que ninguna luna debería cometer.
Todo el calor traspasó por sus extremidades, sintió la chispa venir, la galaxia presenciaría algo nunca antes visto, las flamas brillantes del sol destruirían a la luna.
Se concentró aún más, dolía intentarlo, estaba quemándose él mismo, pero no le importaba.
De todas formas, a él no le importaba morir.
Jasper empezó a sentir el exuberante calor, solo cerró los ojos, y dijo, repitió casi en soneto:
«Te he amado con todo mi núcleo, con cada cráter, por cada siglo. Creo que te extrañaré... por siempre»
Una última chispa fue capaz de encenderlo todo.
«Como las estrellas extrañan al sol, en el cielo matutino».
☼☼☼
ESTÁS LEYENDO
P R A N O | ✔
Romance❝Prano: El que no deja de brillar. ❞ ─── ☼ ────── ☼ ────── ☼ ─── Las estrellas habían chisporroteado, las nubes anhelaban, los planetas seguían girando y la galaxia estaba enternecida. El sol se había enamorado de la luna. Un planeta también cometió...