Tres ¦ Enamorado de su nombre

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Los rumores, así como había dicho el sol, corrían a la velocidad de la luz. Toda la galaxia estaba hablando de la nueva luna que le dio nombre a una estrella. Por lo general, las insignificantes criaturas de los planetas medianos hacían eso, pero esos nombres nunca llegaban a ellas.

En cambio, ahora todos conocían a la estrella menor que dejó de serlo, para convertirse en Li-Han, una estrella menor única. Ahora todas las estrellas querían un nombre, pero no sólo eso, sino a alguien que las nombre, a una luna... peculiar.

Las demás lunas y planetas también hablaban. «Yo quisiera ya una luna con tanta personalidad», decían algunos, «Mis satélites no son iguales», decían otros, comparando y comparando, y la luna Jasper no se enteraba de nada, siguiendo su camino.

Un planeta coloso se acercó, orbitando cerca, deteniendo su camino de viajero.

─Hola, pequeña luna, ¿te interesaría conocer mi orbita? ─habló casi seductor.

─No, la verdad no, estoy en camino a conocer a la estrella más grande y bella, adiós.

Sin más vueltas quiso irse, sin embargo, el planeta coloso no se movió de su camino. De pronto, Jasper sintió atracción, una repulsiva atracción gravitatoria. Con una mueca de asco exclamó:

─¡No me ate! Quiero ir con el sol, no estoy listo para un compromiso.

La luna Jasper pronto sintió el calor en sus cráteres sanos y pequeños, un calor envolvente que subía la temperatura de todo su ser: era luz, la luz de un ser de fuego. Enfrente suyo, el planeta coloso calló.

─Su Luminoso Ser, mis disculpas por...

─Aléjese de mi luna, Planeta Coloso 316.

Diablos, su voz era música para la pobre luna. El color rojizo de su polvo estelar no pudo detenerse a tiempo, para cuando Jasper volteó sobre su propio eje, ya dejando de ser arrastrado por el planeta, el sol notó rápidamente su efecto sobre el satélite.

Era celestial verlo tan de cerca, una luz tan poderosa, tan cálida. En la cabeza de la luna se repetía en bucle lo dicho. «Aléjate de mi luna, Planeta Coloso 316», una oración común que dicha por ciertos seres sonaba mágica y encantadora.

El planeta se alejó con sus pequeños satélites en decadencia, de cráteres rotos y apariencia dudosa, dejando a Jasper con el sol, el fuerte sol, el suave sol y el idealizado sol.

─Eres... Usted es...

Maldición. Joder. Rayos. Esa estrella... Era algo fuera de este mundo.

─¿Hermoso? Me lo dicen a menudo ─lo dijo algo cansado.

─Doloroso.

El sol se sorprendió.

"Doloroso", ¿acaso tenía razón? ¿Para él era doloroso? El sol no podía negar haber estado milenios llorando del dolor, de lo que quemaba el fuego, de la ceniza que dejaba tan solo amando. Tampoco podía negar sentirse débil, apagado, pero aún así, intentando brillar, como el sol que supuestamente era.

"Doloroso", La Luna Jasper no estaba equivocada. Ser un sol era doloroso.

─Luna Jasper...

─Solo Jasper, su luminosidad ─sonrió, mostrando su rostro pálido, color tiza.

Solo Jasper, me temo que está en lo correcto, ser un sol es doloroso, pero, según lo que me enteré, usted le ha elegido nombre a una de mis estrellas.

─Sí, ¿eso le ha molestado? Mi intención no era ninguna otra más que admirar su brillo y color, Sol.

─Debo admitir que me ha hecho enojar. Saber que esa estrella tiene nombre me ha hecho... Sentir tan extraño... Un sentimiento que... Que no he podido exteriorizar.

Con pasos de energía pura, el sol se abrió paso en la materia. Llegó hasta la luna, que se deleitaba con su brillo reflejado en su piel, que sonreía por su calor a pesar de estarse tostando.

La luna casi lo disfrutaba. El sol tomó su rostro con una de sus blancas, casi incoloras manos, dejando que Jasper se recueste en ellas. Cerró los ojos por la luz.

─Solo Jasper, me he puesto genuinamente celoso. Yo también deseo que me ponga un nombre, como la estrella que soy.

Hicieron contacto visual cuando Jasper abrió los ojos, y los del sol eran tan puros, tan blancos, sin fondo alguno, sin duda en su pesar.

Eran tan suyos. Tragó duro por un pensamiento pasajero peculiar, casi pecaminoso.

─Morn me parece un precioso nombre.

─¿Morn?

─Creo que lo acabo de inventar ─sonrió sincero─. Quizás sea un atrevimiento, pero me gustaría llamarlo así.

El sol negó con la cabeza, con la mirada perdida, analizándolo.

Morn.

─Morn, casi bello ─soltó una estrella mayor detrás del sol, que lo cuidaba como un perro.

─Morn, estelar ─murmuró otra estrella, una menor. La estrella mayor de antes entró en duda, ¿qué sucedería si el sol ya no era El Sol, sino Morn?

─MI luminosidad, por favor, le imploro que tenga cuidado ─susurró en su oído─. Esto podría ser catastrófico, costarle mucho.

El sol, divagando en su mente, miró a Jasper, tan vivo, tan curioso y tan jovial. Eso era lo que él quería: vida.

Darle un nombre... Quizás podría ayudarlo a eso.

─Corre mucho peligro teniendo un nombre, Mi Sol.

Él sonrió. Ya no era un simple sol.

─Entonces, supongo que tendré más cuidado la próxima, Estrella Mayor. Temo que estoy... enamorado de mi nombre.

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P R A N O | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora