Epílogo ¦ Todo vuelve a empezar

27 7 7
                                    

Polvo.

Polvo estelar, estrellas.

Polvo, luz.

El sol implosionó, pero eso no impidió que naciera nueva vida. Nuevas estrellas se formaron, más planetas fueron creados de los restos de los anteriores. Nueva y limpia materia oscura.

Todo podía renacer.

─¿Eres un Sol? ─dijo una estrella desorientada─ Pareces serlo.

─¿Cómo que parezco? ─cuestionó esta algo confundida. La estrella elevó los hombros.

─Eres más grande, ¿no es así un sol?

Nuevas lunas se hacían. Diferentes formas de animal en diferentes superficies.

Y finalmente, de un poco de polvo que viajó demasiado rápido, se hizo un satélite. El satélite sin nombre, el más joven de todos. Era tan tranquilo, tan grande, y quizás tan útil, pero estaba triste, y aún no sabía por qué. Había nacido hace muy poco como para saberlo.

A lo lejos, vio un planeta discutir.

─¡Pues quizás yo no quiero que me orbiten! ─exclamó el planeta joven a otros colosos. Ellos se escandalizaron.

─¿Por qué no querrías eso? ¡Necesitas crear vida!

─Pues, eso me pone raro. Estoy nostálgico, no lo sé, pero no quiero crear vida, no quiero atar a una luna a mí. Quiero que... Quiero que sean libres.

Se alejó de ellos, y quizás, casi intencionalmente, se asomó a esa luna tan tranquila.

─¿Problemas estelares? ─preguntó─ Te entiendo, yo tampoco quisiera orbitar. Se ve tan... Aburrido. Estar siempre atado.

─Lo sé, por todas mis estrellas, no quiero sentir la vida sobre mí, ha de ser incómodo.

Los cráteres de la luna brillaron al verlo hablar así, con lo que creía que era la razón, pero tan confiado.

Ese planeta era... Justo lo que deseaba.

De repente, el planeta comenzó a sentir un cosquilleo. Era el mar, un pequeño y casi inexistente mar sobre él. Se apartó, aterrado.

─¡Eh, qué haces! ¡Dije que no quería! ─se cubrió rápido para que el mar dejara de crecer. La joven luna no supo con qué superficie mirarlo.

─Perdón, no pude evitarlo. Solo me...

«Me gustaste» quería decir.

─No importa ─terminó diciendo─. Lamento eso.

El planeta se sintió culpable: eso en realidad no se había sentido tan mal. Fue... Algo nuevo, pero sabía que era un error.

Un error que ningún planeta debería cometer.

Sin embargo, había sido un poco genial cometerlo.

─¿Te... te gustaría, ya sabes, orbitar por ahí, conocer lugares y a otras lunas y planetas... juntos? ─propuso "desinteresado" (lo cierto es que sólo quería otro acercamiento para volver a sentir eso).

La luna lo pensó bastante, pero finalmente, asintió.

─Está bien, solo cuidado, al parecer, creo que soy un buen inseminador de mares ─bromeó. El planeta levantó una de sus rocas, pícaro.

─Digo lo mismo, veo que soy muy fértil.

─O quizás solo hago buenos mares.

─O quizás... ─se acercó, muy, muy cerca, casi que podía sentir el frío de la superficie reflejante de la luna─ O quizás, solo somos buenos juntos... Un poco, no sé.

La luna sonrió, diablos, estaba caliente, era cálido, sabía que estaba creándole vida allá abajo, pero no le importó demasiado.

─Me llamo... Galaxias, ¿cómo me llamo?

El planeta dudó.

─No lo sé, pero, me gustaría llamarme Galion. ¿Podemos escoger?

─Creo que sí. A mí me gustaría ser Kama, solo por cómo suena ─sonrió para sí mismo, la temperatura del magma interno del planeta elevó. Era sin dudas una luna hermosa─, aunque me gusta un nombre que tenía en mente.

─¿Cuál era? ─curioseó.

─Jasper ─contestó simple la luna─, pero se me hace que ya lo usé para algo.

─A mí me gusta Auro, pero tengo la misma sensación.

Kama miró para todos lados, como buscando algo al azar. Finalmente, dio con el sol.

─¡Señor sol! ¿A usted qué nombre le gusta?

El sol sonrió extrañado, siendo observado por una estrella, al parecer, muy quejumbrosa.

─Me suena Prano, es lindo ─miró la materia oscura, casi pensativo─. Siento que oí la palabra hace poco.

─¿Ves? No somos los únicos con sensaciones del pasado ─mencionó Kama, satisfecho─. Quizás ya nos conocíamos.

El planeta asintió, sin dejar de mirarle. Estaba a una distancia no tan razonable, no tan serena.

Por primera vez en su existir, una luna le parecía excesivamente preciosa.

─Sí, puede ser.

Y entonces, efímeramente, recordó, pero solo partes. Recordó besar a alguien, recordó decir algo.

Recordó decir «Jasper» con tanto amor.

Respiró el oxígeno de ese pequeño mar, casi sonriente, para luego extender su órbita hasta la luna Kama.

Ahora orbitarían libres, y quién sabe, quizás terminen en algo mejor que una soledad interminable en el espacio.

Y quizás, solo todo vuelve a empezar, siendo solo un ciclo fugaz, pero también prano.

☼☼☼

P R A N O | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora