Cuarta Parte

859 134 17
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Messi aun no podía procesarlo, solo fueron un par de minutos en que regreso su atención a su equipo, y luego Ochoa estuvo inconsciente en el suelo, y seguía inconsciente en los vestidores de México

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Messi aun no podía procesarlo, solo fueron un par de minutos en que regreso su atención a su equipo, y luego Ochoa estuvo inconsciente en el suelo, y seguía inconsciente en los vestidores de México.

En medio del festejo en el estadio, los gritos de los jugadores mexicanos se hicieron escuchar justo cuando una dulce fragancia inundo sus fosas nasales para desaparecer en el instante. No podía procesar la escena que presentaban los jugadores mexicanos, que aterrados corrían al área de la portería, cayendo al suelo sin cuidado en su desesperación por alcanzar a su portero que yacía inconsciente en la cancha.

Quiso correr, en verdad lo deseo, pero su lado más razonable y consciente no lo dejo mover sus extremidades inferiores, que intentaban llegar al portero y auxiliarlo con sus propios fluidos come flores, pero sus acciones no tenían razones y eso lo freno. Aunque no a su joven delantero, que luego de un grito impresionado —¡señor Memo!—, Julián salió disparado hacia el lado del guardameta mexicano, dándole la oportunidad de correr en la misma dirección con la excusa de alcanzar a la araña, y detrás de ellos, iba el resto de la selección argentina.

Mas tarde debía agradecerle al muchacho, porque si no fuera por él, no estaría aquí, en medio de los vestidores de la selección mexicana junto a su equipo que hacia lo imposible para tratar de calmar al joven come flores.

—¡Por amor a dios, alguien controle al muchacho! —exasperado exclamo el director técnico de México—. Me bastan dos Álvarez llorando por Memo, por favor, Messi.

Messi que se encontraba un tanto alejado del círculo espectador, se acercó para separar al joven delantero que insistía con quedarse junto a los otros dos Álvarez. Ya hablaría luego con él sobre sus arrebatos, pero por ahora debía alejarlo del portero porque podía sentir la mirada —en realidad dagas— del capitán mexicano.

—Vamos, Julián, dejemos que ellos se encarguen de Memo. —Tomo al muchacho por las axilas, forzándolo a ponerse de pie— Vamos —insistió.

—Deja al niño —dijo Andrés Guardado. Había dejado de apuñalar al 10 argentino para poner un poco de orden—. Le hará bien a Memo.

Lionel se rindió con Julián, solo pidiéndole que se comportara con una mirada.

No debía preocuparse por el portero, Julián debía saberlo. Ochoa era un floricultor y un partido como el que disputaron claramente iba a drenar la energía de su cuerpo, aunado al florecimiento de retoños nuevos durante este.

Flores de Cempasúchil (Ochoa X Messi) (GARDENVERSE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora