Quinta Parte

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—¿Me...ssssi?

Grandes y brillantes ojos color avellana lo observaban con sorpresa —y con un poco de duda—, mientras unos bonitos labios conformados por un suave y abollonado cojín inferior, y un arco de cupido perfecto, se abultaban cada vez más mientras el alto portero mexicano observaba a Messi desde bastantes centímetros arriba.

—Hola —articuló Messi, nada más.

Bajó la vista, sintiéndose abrumado por el constante contacto visual, y es que los ojos bonitos y resplandecientes que eran franqueados por gruesas pestañas marrones, lo obligaban a perderse en ellos, como si no hubiera más nada o nadie, como si no hubieran transcurrido dos minutos observándolo constante y fijo.

Dirigiendo su mirada ahora en dirección al pecho de Ochoa, Lionel pudo respirar con tranquilidad, solo un segundo, antes de que la absurda película romántica que tuvo por sueños, donde protagonizaban el arquero mexicano y él, volviera a reproducirse en su cerebro.

Necesitaba concentrarse y debía ser ahora. De preferencia en el siguiente segundo.

—¿Estas bien? —pregunto otra vez Memo—. Estoy seguro que no estas perdido, y que tu muchacho no está aquí, salvo que en verdad estes perdido.

Lionel sintió sus mejillas arder. Estaba actuando tonto frente al floricultor que venía a salvar del desvanecimiento, aunque Guillermo parecía por completo recuperado. Y no siendo suficiente las escenas de sus sueños transcurriendo en cámara lenta para sí, desde el fondo de su ser un sentimiento ácido se instauro en él, porque si Ochoa estaba de pie, luciendo bastante recompuesto, eso solo significaba que durante la noche, la selección mexicana de come flores pasaron su noche adorando el cuerpo débil y febril del guardameta.

—Solo ve y abrázalo, o bésalo, o cualquier cosa que consienta Memo...—

—¡Adentro! —ordenó Messi, empujando el cuerpo alto de Guillermo por el pecho.

La simple remembranza de las palabras de Guardado y la notable mejora en la salud del floricultor, hicieron que saliera de su estupor con las emociones descontroladas y con la furia posicionándose sobre estas.

—Solo ve y abrázalo, o bésalo, o cualquier cosa que consienta Memo...—

El equipo mexicano abrazó, besó, se restregó contra Ochoa, amasando y mimando su débil cuerpo de floricultor durante la madrugada hasta el amanecer para que el portero se hallara en tan buena condición física, y como obsequio de su benevolencia Ochoa les había concedido los nuevos retoños de flores que maravillosamente florecieron durante su encuentro —por él—, dado que no había ninguno entre sus castaños rizos.

Messi no debía permitir que eso sucediera nuevamente.

—¡A-ho-ra! —continuo ordenando.

Guillermo guardo silencio, y no quiso romperlo cuando escucho la puerta de su habitación ser sellada con el poderoso empuje que había empleado el delantero argentino para cerrarla tras de sí; con una patada de su pierna derecha. Se dejó arrastrar al interior de su habitación, siendo empujado por el rubio hasta que decidió arrojarlo al primer sofá de una plaza que las piernas de Memo encontraron.

Flores de Cempasúchil (Ochoa X Messi) (GARDENVERSE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora