Kyungsoo y Youngsoo se refugiaron en la casa del árbol. Los asuntos importantes, planes o complots, así como los castigos por infracción de las reglas, eran discutidos en el tosco escondite de madera encajado entre las ramas del viejo árbol de cedro.
Ese día, una lluvia ligera repiqueteaba contra el tejado de lata y empapaba las hojas de color verde oscuro. A primeros de septiembre todavía hacía dentro el suficiente calor como para que pudieran estar en camiseta: roja la de Kyungsoo, azul la de Youngsoo.
Eran hermanos gemelos, idénticos como las dos caras de una moneda. Desde que nacieron, sus padres habían recurrido al color de la ropa para evitar toda confusión.
Cuando se cambiaban los colores, cosa que hacían a menudo, eran capaces de engañar a cualquiera en el condado de Kim Boseong-gun. Menos a su padre, En él precisamente estaban pensando en aquel momento. Y habían terminado hablando de las previsibles alegrías y terrores de su primer día en una escuela de verdad. Su primer día del primer curso de primaria.
Subirían al autobús, tal y como habían hecho antes para ir al jardín de infancia, sólo que esa vez se pasarían el día entero en la escuela elemental de Kim Boseong-gun, como los niños mayores. Su primo Jimin les había dicho que la escuela de verdad no era un patio de recreo.
Kyungsoo, el más introspectivo de los dos, había pensado, se había preocupado y había diseccionado el problema durante semanas. Jimin les había mencionado palabras tan horribles e inquietantes como «deberes» y «participación en clase». Sabían que él, alumno de segundo curso de secundaria, cargaba a menudo con libros gruesos y pesados sin ilustraciones.
Y a veces, cuando se quedaba a cuidarlos, hundía la nariz entre sus páginas durante horas. Durante tanto tiempo como el que pasaba con el teléfono pegado a la oreja. Todo aquello resultaba absolutamente atemorizador para Kyungsoo, el campeón de las preocupaciones. Pero su padre los ayudaría, por supuesto, tal y como se había ocupado de recordarle Youngsoo, el eterno optimista. ¿Acaso no sabían ambos leer cuentos como Jamón con huevos verdes o el Gato con botas porque su padre les había enseñado a pronunciar las palabras? Y sabían también escribir el alfabeto entero, así como sus propios nombres y varias palabras cortas, gracias a él.
El problema era que tenía que trabajar y hacerse cargo de la casa y de ellos, así como del Comandante Matic, el gran perro negro que habían rescatado del albergue de animales abandonados dos años antes. Como solía decir Kyungsoo, su padre tenía un enorme montón de cosas que hacer. Y ahora que ellos tendrían que ir a la escuela y que hacer deberes y trabajos, iba a necesitar urgentemente ayuda.
–Tiene a la señora Eunji para que venga una vez a la semana a hacer las tareas de la casa –dijo Youngsoo mientras hacía despegar su avioncito por la imaginaria pista del tejado de la casa del árbol.
–No es suficiente –el ceño nubló la mirada marrón de Kyungsoo. Soltando un profundo suspiro, se despeinó el oscuro flequillo–. Él necesita la compañía de un buen hombre, y nosotros el amor de una omma. He oído a la señora Eunji decirle eso al señor Park en la oficina de correos.
–A veces se queda con el tío Hyung Jun. Él es un buen hombre.
–Pero no vive con nosotros. Y tampoco tiene tiempo para ayudarnos con los trabajos de ciencia –los trabajos de ciencia eran una pesadilla para Kyungsoo–. Necesitamos encontrar una omma –entrecerró los ojos cuando Youngsoo se limitó a resoplar–. En primer curso vamos a tener que aprender a deletrear.
Youngsoo se mordió el labio inferior. Deletrear era su pesadilla personal.–¿Cómo vamos a encontrar una omma?
Esa vez, Kyungsoo sonrió. Con su meticulosidad habitual, lo había planeado todo.
–Vamos a pedírselo a Santa Claus.
–Pero Santa no trae ommas –replicó Youngsoo, desdeñoso–. Trae juguetes y esas cosas. Y además queda muchísimo para que lleguen las Navidades.
–No. La señora Eunji estuvo presumiendo con el señor Park de que ella ya tenía hecha la mitad de las compras de Navidades. Dijo que si se adelantaba podría disfrutar tranquilamente de las fiestas.
–Pero si todo el mundo disfruta de esas fiestas. Son las mejores.
–Ni hablar. Mucha gente se enfada. Acuérdate de cuando el año pasado acompañamos al tío Hyung Jun y él se quejó de la gente y de los precios y de que no había sitio para aparcar el coche.
Youngsoo se limitó a encogerse de hombros. No solía recordar las cosas ni tan a menudo ni con tanta frecuencia como su hermano gemelo, pero creía en su palabra.
–Supongo.
–Así que, si se lo pedimos ahora, Santa tendrá tiempo de sobra para encontrar a la omma adecuada.
–Sigo diciendo que Santa no trae ommas.
–¿Y por qué no habría de traernos una omma a nosotros, si la necesitamos tanto y no le pedimos nada más?
–Íbamos a pedir dos patinetes –le recordó Youngsoo.
–Todavía podemos pedírselos –decidió Kyungsoo–. Pero no muchas cosas más. Sólo una omma y las bicis.
Esa vez fue Youngsoo quien suspiró. No le gustaba nada la idea de renunciar a su larguísima lista de regalos. Pero la idea de una omma estaba empezando a resultarle cada vez más atractiva. Nunca habían tenido una.
–¿Y de qué tipo la pedimos?
–Tendremos que escribirlo.
Kyungsoo recogió el cuaderno y el lapicero de la mesa que estaba contra la pared. Se sentaron en el suelo y, tras muchas discusiones, escribieron:
“Querido Santa,
Nos hemos portado bien”...
Kyungsoo quiso poner «muy bien», pero le entraron remordimientos de conciencia.
“Dimos de comer a Matic y ayudamos a papá. Queremos una omma por Navidad. Una omma, un chico guapo que huela bien. Que sonría mucho y que tenga el cabello como el chocolate. Le tienen que gustar los niños pequeños y los perros grandes. Y que no le importe ensuciarse y hacer galletas. Que sea listo y nos ayude con los deberes. Nosotros lo cuidaremos bien. También queremos unas bicis: una roja y otra azul. Tienes mucho tiempo para encontrar a la omma y para conseguir las bicis y así podrás disfrutar a fondo de las vacaciones. Gracias.Te quieren, Kyungsoo y Youngsoo. ☃️
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Una omma por navidad. ☃️
RomanceUna omma por navidad. ☃️ Sinopsis: Los gemelos Kyungsoo y Youngsoo habían pedido a Santa Claus un único regalo: ¡una omma! ¿Conseguirán al final los gemelos su regalo de Navidad?