Mi caballero de algodón.

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Muy pocos son los afortunados que logran ver como la madre naturaleza crea a un gigante, y Nanarat era una de ellos, la pequeña de ocho años contempló como la montaña, abrió sus fauces y de la piedra con forma de manzana, emergió al mundo el enorme bebé rocoso, al principio se arrastró por el suelo, gimiendo y llorando, pero rápidamente se incorporó, ya no era más un bebé, ahora tenía la forma de un niño de su edad, la molé movió su cabeza color granito en dirección a la joven, por un instante cruzaron miradas, y el destino los unió para siempre. A partir de aquel evento, Asgarot el nombre puesto por los habitantes del pueblo al gigante que nació en su montaña, iba y venía con Nanarat a todas partes, jugaban, compartían sus secretos, incluso estudiaban juntos, fueron creciendo poco a poco con el pasar de los amaneceres, y el amor que se tenían entre si, no hizo otra cosa más que fortalecerse, no era un secreto para nadie del pueblo el afecto que compartían ambos adolescentes, la preocupación iba en aumento entre los familiares de la chica, pues era evidente que ninguno de los dos podía corresponderse entre si, Nanarat recibió un largo y doloroso discurso acerca del amor imposible, debía dejar al gigante, era más importante la descendencia de su estirpe, encontrar la pasión en un hombre de su especie. Pero ella se negó y en un impulso juvenil escapó hacia las montañas junto con su compañero.

Allí se refugiaron, entre la halita y el granito, escondidos por los parajes insólitos de la poderosa montaña, fue entonces, cuando en una semana calurosa, movidos por los deseos insoportables de la carne, y con la bendición de la madre naturaleza que sucedió lo imposible, ni el más sabio de los eruditos podría explicar como sus cuerpos a pesar de la notable diferencia, pudieron unirse en aquel acto de lujuria desenfrenada, pero el siguiente milagro fue incluso más sorprendente que el anterior, Nanarat había quedado embarazada, entre sus entrañas crecía un híbrido, una criatura cuya forma era un misterio incluso para la propia naturaleza, la felicidad embriagó a la pareja, por un momento breve en sus vidas conocieron la satisfacción de ser una familia.

El día del parto fue lúgubre, no hubo bendición posible que logrará salvar a Nanarat, él bebe era de proporciones inimaginables, destrozando el interior de su progenitora, incluso antes de nacer, pero la joven chica lo resistió, su última voluntad sobre el planeta, fue traer al mundo aquel regalo prodigioso. Asgarot sostuvo a su hijo entre sus brazos, le miró de reojo, se veía como un humano pero su tamaño era el de un gigante, tenía carne como su madre, pero sus músculos eran fuertes como el diamante, era una verdadera maravilla, bello como la más fina de las joyas, el padre estaba orgulloso pero la tristeza le invadió casi de inmediato, pues su amada yacía sin vida sobre la cama, tal fue su desconsuelo que a los pocos días murió también, antes de partir le pidió a la madre naturaleza que cuidara a su retoño, y así lo hizo, Gabriel creció fuerte, sano, rodeado por la hermosura de las montañas, el viento le enseñó a hablar, los depredadores a cazar, el río a pensar y razonar, el cielo a tener sueños, los árboles a caminar firme sobre la tierra.

Pero ninguna entidad de las montañas le podía indicar como actuar ante la figura que se reflejaba frente a sus ojos, una chica de cabellos dorados como el oro y ojos azules, miraba con la boca ensalivada, al jabalí regordete que dormía entre el matorral de hojas, tenía una lanza entre sus delgadas manos y una tela café desgastada por el uso cubría su fino cuerpo, jamás en toda su existencia había conocido a un ser similar a él, tenía ganas de salir y presentarse, pero el temor le obligaba a refugiarse entre los árboles cercanos.

-Te atrapé, pequeño manjar. Exclamó la chica mientras caminaba con paso delicado hasta la guarida del jabalí, no podía evitar soltar murmullos victoriosos mientras más cerca estaba de su presa.

Pero cuando su lanza estuvo a punto de atravesar a la criatura, un grito estremecedor, le obligó a retroceder, con un gemido la joven, soltó su arma, acurrucándose en el piso, temblaba de miedo.

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⏰ Última actualización: Dec 09, 2022 ⏰

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