La Reina del Paraiso: ¡Capitulo especial!

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El prado dorado era incluso mas hermoso en primavera de lo que era en otoño. Podía sentir la brisa del aire en mis manos, cara y cuerpo. El vestido se movia al compás del viento, incluso respirar se sentía tan natural y vivaz que sentías que la vida era larga y feliz.

El bebé en mis brazos se removió incómodamente, lo mire mas atenta y lo cargue mas cerca de mi sobando su pequeña cabeza. «Solo un poco mas, tienes que esperar un poco mas» pensé.

El aire a mi alrededor se altero y en el cielo se podía apreciar a una creaturas con grandes alas de murciélago, cola de lagarto, un gran osico que podía tragarte con una mordida junto a un gran cuerpo rojo. Un dragón estaba descendiendo frente a mi haciendo temblar el suelo bruscamente.

— Aquí estoy. ¿Que quieres de mí, humana? — Dijo el gran dragón rojo con malicia y molestar en su voz, todos los dragones odiaban a los humanos, pero yo ya no era una humana y el bebé en mis brazos tampoco lo era.

— Igneel, sabes que ya no soy una humana nunca más. — El bebe en mis brazos lloro y la tierra tembló. Igneel extendió sus alas en forma de defensa, «¿qué cree que le puede hacer un bebe indefenso?»

— ¿Porqué motivo me has llamado, Lucy Remain? — gruño.

Su voz se volvió más vivaz, pero no le tome importancia alguna a su brusquedad. Tenía poco tiempo.

— Quiero que te hagas cargo de el. — Dije sin rodeo alguno, no tenía intención de retrasarme.

— Estas loca, sabes que los dragones no soportamos a los humanos.

Igneel se ofendió y pensó en marcharse al escuchar mi petición, no podía dar un paso atrás.

— Es especial, no es un humano, en realidad es un demonio de la misma manera en la que soy un ángel ahora. — Mi pecho se inflo y mire al niño una vez mas, su pelo rosado y su piel clara eran hermosos, sus ojos verdes eran idénticos a los de Natsu. No, él era Natsu. Su pequeña mano atrapo mi dedo llevándolo a su boca, mi corazón se sacudió bruscamente y mi cuerpo tembló. No iba a llorar. No podía llorar enfrente de Igneel, si no, jamás aceptaría.

— ¿Un demonio? ¿Cómo un humano pudo convertirse en demonio? — Igneel miro al bebe de cabellos rosados y frunció el ceño con profundidad.

— Zeref. Zeref convirtió a un humano en demonio con sus métodos. — El bebe abrió los ojos al escuchar el nombre de su amo, sus ojos se volvieron rojos sangre y las marcas en su piel aparecieron alrededor de sus brazos y un costado de su cara. Su cabello rosa cambio a rojo sangre y mordió mi dedo. — Change mind. — susurre cuidadosamente cerca de él — Así se llama el conjuro que lo mantiene humano, pero no dura demaciado, al pronunciar el nombre de ese mago él se vuelve de esa manera dejando pocas posibilidades de que vuelva a ser humano.

— ¿Y qué quieres que haga, que lo mate? — Igneel se sentó en el pasto mas tranquilo mirando desconfiadamente al bebé en mis brazos con cabello una vez más rosado.

— No. — Susurre.

— ¿Entonces qué quieres que haga si no puedo matarlo?

— Quiero que lo críes como si fuera tu propio hijo. Quiero que lo protejas y ames. Mi tiempo aquí se está agotando y en pocos minutos desaparece convirtiéndome igual que él, un insignificante bebe sin razón en esta vida. — Igneel miro mis ojos y yo vi los suyos. Verdes. Sus ojos eran tan verdes como el pasto en primavera y penetrantes igual que una hermosa vista a la pradera.

El aire azoto mi cabello llevándolo a mi rostro y el árbol frente a nosotros se movió bruscamente. No apartábamos la vista, la desconfianza desapareció de los ojos del gran dragón de fuego y se acostó en el pasto acercando su osico a mi cuerpo.

— ¿Estas pensando bien en esto Lucy? ¿Realmente quieres darme a un niño que puede no sobrevivir a mis llamas si las toca? ¿Segura que quieres darme a cuidar a un demonio? — Igneel hacia muchas preguntas y no sabia como contestar.

— Igneel, quiero que lo vuelvas fuerte y seguro, alegre y amoroso, temerario y afortunado a la vez. Quiero que valore la vida, la suya, la tuya, la de sus amigos, quiero que le enseñes todo sobre ti, que te ame y que tu lo ames. Si hace eso por mi, estaré muy agradecida contigo. Pero como dije antes, necesitamos encontrar un hechizo que paralize por completo su estado demoniaco, encerrarlo y no dejarlo salir jamás.

— Grandyne sabrá como arreglar eso. Entonces esto es un acuerdo, Lucy. Yo protegeré a este bebe como si fuera mi hijo, te lo prometo. — El gran dragón levantó su cabeza y toque su osico en agradecimiento, si así eran todo los dragones me hubiera gustado conocer a algunos mas.

— Es tiempo que me valla, Igneel. — Deje al bebe frente a un costado de su cabeza. Mire por ultima vez a Natsu y mire mis manos.

Un millón de brillantes puntos rodeaban mis manos y piernas, rompiéndolos en pedazos.

— ¿Enserio vas a desaparecer? - Igneel me miro fijamente y mi pierna izquierda termino por romperse.

— Si. — Asentí con la cabeza y mi brazos izquierdo termino de desaparecer. — Renaceré en algún lugar de este mundo, así que seguiré viva. Pero, te pediré un ultimo favor. — Mire al pequeño bebe de cabello rosado. — Quiero que lo llames Natsu, por favor. Ese es mi ultimo y preciado deseo.

El gran dragon rojo miro a Natsu determinadamente y asintió con su cabeza: — Si, déjamelo a mi.

— Entonces eso es todo — La mitad de mi cuerpo termino por desaparecer y veía borroso a Igneel. — Fue un honor conocerte, Igneel.

— El gusto fue mío Lucy.

Igneel vio a Lucy desaparecer en millones de cristales que rodearon al prado donde estaban, el brillante sol rodeaba todo su enorme cuerpo por completo, enrollando su cola atrapo al pequeño bebe aserrandolo por su lomo.

- Prometo cuidarte, Natsu. Desde ahora, puedes llamarme padre si quieres. Te enseñare todo lo que se y serán tan fuerte como quieras. Serás un gran Dragón Slayer en el futuro, estoy seguro.

Igneel miro a Natsu ultima vez, sus ojos estaban cerrados y sus manos en forma de puños, Igneel sonrio un poco y cerró los ojos.

— Nuestra nueva aventura estará por comenzar, mi querido hijo.

***
#BestCapEver«3
Con amor,
Yusa-rin«3

Difícilmente te dire adiós » end » naluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora