¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
.
Los labios feroces de Ran se movían sobre los de Saori, a quien le costaba seguir el ritmo de los labios ajenos.
Para ambos aquella situación era extraña, pero no menos placentera.
Ran nunca había siquiera pensado en besar a un omega, mucho menos acostarse con uno. Para él, los omegas eran algo... prohibido. Su intimidad se basaba solo en mujeres alfas, por lo que tener a Saori bajo él, envolviéndolo con su dulce aroma era una sensación inexplicable. Diferente. Algo único que nunca había experimentado; sabía que eso era solo el comienzo de una infinidad de sensaciones, las cuales solo un omega podría hacerle sentir. Sensaciones que había estado reprimiendo toda su vida.
Saori, por su parte, nunca había tenido algún contacto sexual con nadie, pero no por falta de ganas. Simplemente, su primer y único novio, Keisuke, había acordado con ella tener su primer encuentro sexual en su noche de bodas, ya que para él era algo "especial", cosa que terminó olvidando luego de dejarla atrás.
Tras llegar su primer celo, intentó convencer a su novio de marcarla, siendo rotundamente rechazada. Aunque esa no fue la única vez en la que trató de convencer a Keisuke de ir más allá de unos simples besos y roces, todas sus respuestas fueron negativas.
Ahora, podría sentir aquello que se le fue negado.
Los labios de Ran en ningún momento dejaron de atacar los de Saori, quien justo cuando parecía acoplarse a los besos del contrario, comenzó a sentir la falta de oxígeno en su cuerpo.
Alejó su rostro del de Ran, tomando una exagerada cantidad de aire en sus pulmones. En ese pequeño instante el peli violeta intentó alejarse un poco de ella, tomando un poco de consciencia de lo que podría pasar. Al darse cuanta de ello, Saori lo retuvo al mantener sus piernas alrededor de él con más fuerza.
—No te vayas... por favor. Quiero hacerlo —declaró con una pizca de súplica en su tono de voz.
Ran la observó unos segundos sin decir nada, perdido en la profundidad en sus ojos grises. Cuando Saori aligeró la fuerza en sus piernas, permitiéndole alejarse de ella al pensar que nuevamente sería rechazada, los labios de Ran impactaron con brutalidad sobre los de ella otra vez. En esta ocasión, Saori logró seguirlo con rapidez, creando un perfecta armonía en aquel salvaje beso.
Las manos de Ran que anteriormente habían estado en las mejillas de Saori, descendieron lentamente a su cuello, después a su pecho y después bajaron hasta llegar a la curva de sus senos, los cuales aún eran cubiertos por la tela de su sostén y blusa de dormir.
