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Ya era hora de irse. 

En esa mañana, Merlina se levantó temprano y se puso de nuevo su camiseta que horas antes se quitaba cuando extrañamente no sentía el clima gélido en la habitación. Tomó su bolso, se arregló un poco el cabello, y después miró al bulto en la cama. Se rió.

Cuando se acercaba el cabello de Enid estaba hecho un desastre, y roncaba suavemente con la boca cerrada. La mayor se inclinó hasta su rostro y le besó la frente.

─Nos vemos después, pequeña Enid.

Murmuró sutilmente dando unos pasos hacia atrás, sus ojos se abrieron en grande cuando la jalaron y terminó quedándose encima de la menor. Podía sentir su respiración muy cerca de su oído, y el como le estampaba más contra ella. Merlina suspiró.

─Enid, tengo que irme.

Se intentó alejar, cuando ligeramente lo hizo, sus rostros habían quedado muy cerca en esa posición. La mirada gélida de Merlina baja por todo el rostro de la rubia, y se enfoca en sus labios. Enid abre uno de sus ojitos sonriendo, abrazando más a la pelinegra.

─¡No te vayas~!

Enid forma un puchero mientras la otra roda los ojos aprovechando que la había soltado para poder irse.

─Me he quedado mucho en tu casa, ven a la mía en dos días.

Se acomodó mejor el bolso que colgaba en su hombro, y Enid lo pensó, asintiendo. Sonrió ladina al ver a la pelinegra de espaldas y abrir con silencio la puerta.

─Hasta luego, preciosa~

Merlina respiró por la nariz a la vez que cerraba los ojos, y se fue. 

Expressions ;; WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora