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Su manera taciturna de desenvolverse en el trabajo ha acaparado la atención de varios, en especial la de sus compañeras que no saben muy bien qué pensar al respecto.

Tanto en su andar como en sus ocasionales miradas idas se podía notar que ya no había rastro alguno de esa Yor Forger radiante, hiperactiva y constantemente preocupada por ser una buena madre y esposa; es como si tuvieran rondando a su alrededor a una versión más sombría y melancólica suya, dando a momentos la impresión de haber sido despojada de absolutamente todo.

Podían comprobarlo incluso cuando intentaban sacarle conversación, recibiendo a cambio esas ensayadas sonrisas cordiales -por no decir forzadas- declinando de cualquier invitación, pareciendo negarse rotundamente a hacer vida social como antes. Ante ello, fue imposible que los rumores no comenzaran a surgir, cada uno siendo más ridículo que el anterior.

Yor fue prontamente consciente de éstos, sin molestarse en desmentir ninguno y dejándoles divagar sobre asuntos de los cuales ya se sentía francamente ajena, como si estuvieran ligados en su totalidad a una persona que no era ella. Todo lo que quería tras salir de ambos trabajos era llegar a casa y echarse a dormir, pasando de comer en varias ocasiones, preguntándose en qué momento se permitió caer tan bajo.

Qué tanto llegó a importarle Loid Forger como para verse ahora a sí misma en semejante estado? siquiera se merecía que le concediera tan penosa estabilidad emocional? por supuesto que no.

Hasta ahora llevaba sobrellevando bastante bien la soledad de esos días, donde nadie la recibía alegre detrás de aquella puerta y en donde nadie le deseaba que tuviera un buen día tras marcharse a primera hora de la mañana. Una vez más volvían a ser sólo ella y su hermano Yuri, como desde un inicio debió ser.

─No quieres salir a tomar algo con nosotras?─se atrevió a preguntarle Camilla, una de sus compañeras, esa tarde después del trabajo, habiéndole pillado ordenando sus cosas sin demasiada prisa.

Sus labios volvieron a formular esa sonrisa vacía, empleando un tono neutral y carente de cualquier emoción que pudiese destacar.

─Gracias, pero no puedo─y, con sus pertenencias en mano, se aproximó a la puerta sin dedicarle ninguna otra mirada a la mujer curiosa detrás suyo─. Quedé de cenar con Yuri hoy.

Cruzó por el umbral sin agregar nada más, colocándose el abrigo en cuanto se vio envuelta por la brisa fría de la tarde. Prontamente su conciencia comenzó a reprocharle por aquella mentira piadosa, sin embargo la ignoró hasta pisotearla por completo; sabía que su hermano lo entendería si se enteraba... o si es que alguien le iba con el chisme.

Apenas hubo dejado el ayuntamiento atrás, se encaminó a la parada de taxis más cercana, sin sentir muchas ganas de irse a pie a su apartamento. Últimamente lo venía haciendo para despejar la cabeza y no dormirse con pensamientos de más, tratando de dejar cada vez más de lado su antigua vida, incluso si el recuerdo de Anya y Bond le dificultara enormemente la tarea.

Con un gesto de mano detuvo al primer taxi que vislumbró, subiéndose e indicándole la dirección. Luego, y dejando escapar un suave suspiro, se reclinó en el asiento y dejó que sus ojos se fijaran en el paisaje detrás de la ventanilla, visualizando a más de una familia paseando por las aceras y las avenidas. Por una fracción de segundo sintió rebobinar a cuando le angustiaba no hallar su lugar en el otro lado de la moneda, buscando desesperadamente pertenecer a ese mundo repleto de familias felices y compartiendo lo que hace tan solo tres semanas atrás podía llamar "suyo".

Y aunque bien pudo perderse de nueva cuenta en el pozo lóbrego que eran sus más recientes pensamientos, un abrupto desvío en la ruta de viaje la hizo reaccionar de sopetón, poniéndose más por instinto que por lógica en alerta.

You Were Loved | TwiYorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora