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Otro día muriendo ahí, la alarma que indicaba que los reclusos podían ir al patio de ejercicios sonó hace unos minutos y a él le tocó hacer la tarea que le mantenía la mente ocupada, limpiar la sala de convivencia de la prisión. Limpió los baños, los retretes asquerosos, sacó los cabellos y las banditas adhesivas de las cañerías de los lavamanos y las duchas. Su estatus como amante de un líder ejecutivo y como miembro de los escuadrones de la muerte ha hecho que nadie lo moleste mientras hace esas labores, pero nunca faltan los reclusos que hacen cosas como ensuciar con mierda o escupir en lugares que ya ha limpiado para que los vuelva a limpiar, eran solo pequeñeces sin importancia ya que si alguien le hace algo más grave se enfrentarán a la ira de Jack London.

Y ahora estaba en el área común de los presos donde usualmente se reunían y donde se acostumbraba a comer, limpiando con un cepillo de dientes una goma de mascar que se quedó pegada en el piso desde hace unas semanas, estaba bastante concentrado haciendo esa tarea cuando uno de los presos pasó a su lado tirando un papel de baño a su lado mojado con orina.

—Te faltó ahí cariño -le dijo ese hombre.

Pero Atsushi solo lo ignoró, sin nada de asco levantó ese papel y lo metió en el cubo de basura que traía consigo para la goma de mascar debajo de las mesas y como si nada siguió limpiando, pero estaba tan metido en sus pensamientos que ni siquiera sintió la presencia de un grupo de personas que lo veían desde la entrada.

—¿Está segura de esto señora? -preguntó un poco nervioso un hombre alto con cabello corto y oscuro que tiene el flequillo cortado por lo que regularmente muestran sus cejas, y ojos de colores claros detrás de anteojos de montura circular. Su característica más notable es un lunar sobre su labio en el lado izquierdo de su cara.

—Que no te engañe su apariencia de niño de secundaria. Atsushi Nakajima, La parca blanca de la Port Mafia, miembro de los escuadrones de la muerte, su conteo de muertes ha ascendido hasta casi trescientos, su habilidad de convertirse en un tigre le ha permitido cortar en pedacitos y separar la carne de los huesos de sus enemigos -informó la mujer que aparentemente era la jefa de ese lugar.

—¿Y por qué está aquí? -preguntó Ango confundido porque nunca antes han arrestado a un miembro de la Port Mafia por sus acciones dentro de la misma y menos encerrar a un miembro con poderes sobrenaturales en un prisión normal y corriente.

—Por prostitución -mencionó simplemente Waller mientras caminaba hacia el recluso.

"Oh, así que es de esos" fue lo que pensó Ango mientras seguía a su jefa.

—Buenos días Atsushi -dijo Waller de manera "inocente".

—Olvídalo -fue lo único que dijo Atsushi mientras seguía limpiando.

—¿Cómo me dijiste? -preguntó Waller aparentemente tranquila, pero Ango sabía que ella era una persona a la que no se le puede decir que no.

—Que lo olvides y no me molestes, no me interesa unirme a tu estúpido escuadrón suicida -dijo Atsushi entre dientes.

Atsushi decidido a ignorarla levantó sus artículos de limpieza con la intención de irse y que esa mujer se largara y dejara de molestarlo, total, su amo pagaría su fianza en unos días. Waller frunció el ceño como si hubiera chupado un limón, pero luego se relajó y se acercó nuevamente a él.

—Tienes visitas -le informó Waller.

En parte eso lo confundió, aunque en parte una pequeña fibra dentro de él se emocionó porque pensó que era su amo que lo perdonó antes y le pagaría la fianza. Dejó los artículos de limpieza sobre una mesa y su fastidio fue reemplazado por altanería pasando de lado de Waller con una sonrisita, pero también dándole un ligero empujón a Ango y se dirigió hasta el corredor caminando como si fuera uno de sus shows en el prostíbulo.

Broken || DazatsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora