Cálculo
Había dos cosas sin las que Harry Potter nunca salía de casa (no de casa, Privet Drive nunca era "casa"): un bolígrafo que funcionara y un pequeño bloc de notas. Desde la primera vez que lo mandaron a hacer la compra con una lista, Harry llevaba papel y bolígrafo a todas partes. El bloc le permitía hacer listas de cosas importantes, y el bolígrafo le permitía añadir cosas a esas listas o marcarlas como completadas, recogidas o similares. Tener papel y bolígrafo a mano también le permitía seguir con su afición favorita en cualquier momento y lugar.
Ah, sí, Harry tenía aficiones. Cocinaba, cuidaba el jardín y calculaba. Al principio, la cocina y la jardinería habían sido tareas que le habían encomendado los Dursley, pero había llegado a disfrutarlas bastante bien, siempre y cuando se le permitiera ignorarlas en favor de su tarea.
Sin embargo, el cálculo era algo que había aprendido a amar en la escuela. Había descubierto que los números podían aplicarse a cualquier cosa. Si existía, podía medirse. Incluso el aire podía medirse, aunque requiriera un tipo de unidades diferente al de la mayoría de las cosas. Desde su primera lección de números en el jardín de infancia, a Harry le encantaban los números.
Lo que más le gustaba calcular (aparte de los requisitos de ingesta de alimentos y producción de energía para no acabar igual que Dudley) era el dinero.
Calculaba el valor de todo lo que los Dursley le "otorgaban", para saber exactamente cuán "carga financiera" era para ellos. La respuesta: incluyendo los gastos escolares, Harry costaba sesenta libras negativas al mes. Al fin y al cabo, les ahorraba mucho dinero al ser su cocinero no remunerado, su criada no remunerada, su mayordomo no remunerado (sí, las dos tareas eran diferentes), su jardinero no remunerado, su reparador no remunerado, su fontanero no remunerado y su señora de la limpieza no remunerada (que, sí, también era diferente de ser su criada o su mayordomo). Los precios de estos servicios en una residencia privada eran realmente elevados, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de trabajo diario que se le imponía.
Así es, los Dursley le debían dinero. Aunque nunca vería ni un centavo.
Un día, mientras Petunia almorzaba con la señora Número 6 y Dudley visitaba a Piers Polkiss, Harry había entrado en el despacho de Vernon, donde guardaba los libros de contabilidad. Allí, Harry se alegró al menos de comprobar que al menos tenían algún motivo para quejarse de que "era una carga". No recibían manutención para él de nadie. Aun así, eso no cambiaba que les ahorrara más dinero del que les costaba.