ᴅɪsᴄᴏᴛᴇᴄᴀ

01

Luzu jamás pensó volver a sufrir por amor, no al menos desde su ruptura con Auron.

Sin embargo, mirando al presente, se sintió patético y chiquito. Después de todo, llevaba semanas escondido en su departamento, sufriendo y llorando.

Batallando con sus sentimientos.

Ni siquiera el insistente sonido de los mensajes calmó su corazón. Estaba tan frágil que la posibilidad de escucharlo lo aterraba. Y no, no por miedo de él, sino más bien de su propia falta de voluntad.

Porque aunque sabía lo egoísta que estaba siendo, prefería tomar distancia hasta que sus pensamientos alcanzarán claridad.

¿Él lo entendería?

Quizá, no estaba seguro. Pero Luzu no podía arriesgarse a seguir, no cuando Quactiky se veía encantado con la compañía de Rubius.

Tenía que comenzar a ver por sí mismo, aceptando la realidad. Incluso si al principio había contribuido al juego del menor, besándose y entregándose por las noches, era momento de abandonarlo.

¿Le gustaba? por supuesto que no, pero
mirando el panorama, tratar de erradicar sus sentimientos era lo mejor.

No podía soportar un segundo más mirando la forma en que Quactiky lo llevaba hasta las estrellas y después se perdía en los brazos de otro. No eran nada, pero Luzu sabía que Quactiky era consiente de sus sentimientos.

Y eso era lo peor.

De cierta forma sentía culpa, porque quería gritarle, decirle lo amargo que lo hizo sentir, pero realmente nunca existió tal compromiso entre ellos dos. No tenía derecho, no el que uno como pareja suele tener.

Suspiro, irritado de sus propios pensamientos. Ojalá alguien lo golpeara y reiniciará sus recuerdos.

De esa manera no desearía sentir sus manos, ni mucho sus labios expertos. Pateó la cobija, arrastrándose cama afuera para tomar una ducha.

Comenzaba a hartarse de llorar día y noche. Así que, dándole un vistazo al celular, reviso por arriba la bandeja de notificaciones. El nudo que se le formó en la garganta fue horrible, leyendo los mensajes de Quactiky.

Uno tras otro, acumulados por los días y horas. Preocupados, buscando la razón de su repentina desaparición.

—¿Por qué ahora, idiota..?

Le supo mal, pero el recuerdo del último día regresó, provocando que lo ignorara. No estaba mal, había tomando la decisión correcta y no quería flaquear después de haber llegado tan lejos.

Se alejó, dispuesto a hundirse bajo el agua. Pero la vibración del celular una vez más llamó su atención, dejándolo a medio caminar. Dudó, pero la curiosidad le ganó, dando un vistazo.

Alexby:

Voy camino a tu casa, espero no me obligues a tirarte la puerta. 👍

Llevo sus manos al rostro exasperado,
moviéndose rápido por el departamento. Era cuestión de tiempo para que su amigo tocará su puerta y el desorden del lugar lo ponía nervioso.