Entre el cielo y la Vida

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Al sentir los brazos doloridos y el sueño reclamar mi cuerpo, no tuve otra opción que dejar de tocar aquella melodía que interpretaba por millonésima vez. Mis brazos se dejaron caer cansados junto a mis costados, pero no dejaron ir el violín ni el arco; El peso de ambos objetos se sentía agradable, me recordaba que aún podía traerla de vuelta cuando quisiera.

Mi pecho se contrajo afligido cuando pensé en ella; cuando pensé en sus hermosos ojos color miel, en como su cabello rizado se volvía salvaje cada mañana, en como su energía y alegría fluía naturalmente y contagiaba a todos, en su vestido rojo. No, no debía, no podía dejar de tocar la melodía. No podía dejarla sola de nuevo.
Levante una vez más el instrumento junto al fino arco, pero el temblor en mis extremidades me impidió tocar con precisión las notas debidas. La frustración creció en cada nota fallida y mi ira estalló cuando una de las cuerdas del violín se partió, dejando escapar un lamento. Lancé el instrumento contra la pared en un incontrolable arrebato repentino y me dejé caer de rodillas al suelo. No me había dado cuenta, pero las lágrimas se escurrieron sin ningún tipo de vergüenza por mis mejillas. Había fallado de nuevo. Le había fallado de nuevo y por mi culpa nunca volvería, nunca más estaría a mi lado.
En busca de algún tipo de desahogo agarre con fuerza mi cabello y estire de este. Estiré y estiré, deseando que de esa forma mi gigantesca y amarga carga desapareciera junto a mis recuerdos. Recuerdos que tan desesperadamente intentaba conservar; como un alcohólico a su botella o un drogadicto a su dosis.

Desgraciadamente, no pude.

Los desgarradores gritos empezaron a salir de mi boca sin control, mis ojos dejaban que las lágrimas brotaran libremente y mis manos estiraron con más violencia mis cabellos.

No quería recordar, no quería sentir; solo quería que todo aquello fuera un desagradable sueño  del que poder despertar. Y si no era así entonces solo deseaba morir. Estaba desesperado por verla de nuevo ¡Necesitaba verla!

Un extraño zumbido procedente de algún lugar fuera de mi vista empezó entonces a reclamar mi atención. No podía diferenciar su procedencia, pues apenas se escuchaba como un débil murmullo desesperado.
De repente, una luz de esperanza se encendió en mi interior. Tal vez sí que fuera todo un sueño, al final tal vez ella....

— ¿Elizabeth?

Desesperado por ver su rostro, aparté la mirada del suelo y dirigí mi atención hacia la persona que ahora se encontraba frente a mí.
Toda esperanza fue arrancada de mi pecho, desinflándome como un globo. No era Elizabeth, sino un hombre con el rostro marcado por la preocupación.

Aún me costaba entender sus palabras por el estado alterado en el que me encontraba, pero poco a poco fui distinguiendo su voz rota y desesperada.

–Theodor. Theodor, por favor ¡Vuelve en ti!

Apreté los dientes ferozmente intentando contener de nuevo aquellos gritos desgarradores. Eso provocó que mis intentos de respirar fueran cada vez más desesperados, pero al menos había conseguido controlar mínimamente mi amargura. Una mano en mi cabeza me hizo estremecerme; sensible a cualquier toque y deseoso de desaparecer.

La sensación de lino contra mi rostro me ayudó a comprender qué estaba pasando. Aquel hombre pretendía acunarme entre sus brazos, secar mis lágrimas y curar mi dolor. No quería aquello, no quería la compasión de ese caballero al que no reconocía por mi discordiapero estaba tan débil que no lo impedí; simplemente me dejé caer contra él y lloré hasta que me desmayé.

Al despertar lo primero que me dió la bienvenida fue el agradable calor de las sábanas envolviendo mi cuerpo. Agotado y sin querer molestar demasiado, me acurruqué de nuevo dispuesto a dormir, pero un delicioso aroma me llamó la atención. Débilmente aparté las sábanas de mi cabeza y busque la procedencia de ese olor.

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⏰ Última actualización: Dec 11, 2022 ⏰

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