Me despierto con un cálido cuerpo fusionándose a mí alrededor, y un rostro enterrado en mi cuello. La respiración lenta y uniforme de Harry me permite saber que sigue dormido. Su olor terroso me envuelve, y me encuentro empujándome hacia él aún más, absorbiendo su comodidad.
No puedo recordar un momento en el que me haya acostado en una cama y acurrucado. Debería estar enojada de que se metió en mi habitación, pero me sentía triste cuando nos separamos anoche. Había querido acostarme en la cama con él, quedarme dormida en sus brazos.
Ayer fue más perfecto de lo que podría haber imaginado. El cambio en él fue loco, y todavía no sé qué hacer con él. Todavía parecía gruñón con los demás, pero no conmigo. Extrañamente me gusta que sólo yo consiguiera ese lado de él. Sus palabras son siempre suaves y bajas cuando me habla. Casi como si fuera algo precioso que podría asustar.
Me maneja con cuidado para evitar asustarme.
Me estoy enamorando de él y no estoy segura de poder detenerlo.
Todavía puedo sentir sus labios contra los míos. Cuando salí de la ducha anoche, me quedé mirándome en el espejo durante un largo rato.
Mis labios seguían hinchados de sus besos, mi vientre se hallaba hinchado con su hijo, y miraba como siempre soñé: feliz después de encontrar a un hombre que me amaba y emocionada por crear una familia con él. Pero no es real. Tengo que tener cuidado de no dejarme llevar. Las cosas no han ido como lo planeé, y tengo miedo de hacer estallar esta pequeña burbuja. Me pregunto cómo van a cambiar las cosas cuando Harry se entere. Me pregunto si incluso quiere hijos. Ya ha pasado un buen pedazo de su vida ayudando a criar a sus hermanos y hermana. Su hermana apenas ha salido de la casa, y tirarle un bebé podría ser una sorpresa desagradable.
Siento que sus labios comienzan a moverse contra mi cuello. El rastrojo de barba en su rostro roza contra mi piel, haciendo que la piel de gallina estalle por todo mi cuerpo. La suavidad de sus labios emparejada con la aspereza de su barba se siente perfecta. Incluso sus besos son como él. Primero sientes su aspereza, luego la suavidad que oculta allí sale. Presiona perezosamente sus besos contra mi cuello. Inclino la cabeza un poco, queriendo que siga haciéndolo. Queriendo esos besos por todas partes.
—Podría despertarme así todas las mañanas —murmura, y solo dejo salir un pequeño gemido. Lo siento sonreír contra mí—. Lo siento, traté de mantenerme lejos. No sé por qué, pero no puedo.
Siento que una de sus manos comienza a levantar mi muslo, su áspera palma se siente bien contra mi piel. Mis piernas se separan un poco por sí mismas. Él toma la abertura para deslizarse entre mis muslos, acunándome. Jadeo al contacto y mi cuerpo despierta. Cualquier resto de somnolencia es borrada mientras siento que mi pulso comienza a acelerarse.
Mis caderas se levantan, deseando lo que está haciendo. Su dedo se mueve hacia delante y hacia atrás, lentamente burlándose de mí, y me oigo gemir.
»¿Quieres que siga adelante, cariño? —pregunta, con una voz ronca, y me pregunto si se siente tan excitado como yo. No creo que me haya sentido así antes. Cada parte de mí duele.
—Por favor —digo tan suavemente que no estoy segura de que pueda oírme. Mi timidez empieza a tomar el control. Pero entonces su mano se desliza bajo mis bragas desde el costado. Una de sus piernas se envuelve alrededor de la mía, tirándome abierta para él.
—Haría cualquier cosa para oír ese pequeño gemido que acabas de hacer. Yo debería ser el que dice por favor. No tú.
Mis ojos se cierran cuando sus dedos comienzan a moverse.
»No sabía que algo pudiera sentirse tan suave —susurra contra mí— . Se siente tan perfecto. —Otro beso aterriza, esta vez su lengua barre para probarme—. Se siente tan mío. —Gruñe mientras un dedo empuja en mí. Puedo sentir lo húmeda que estoy, la facilidad con que su dedo se desliza en mí.
»Joder, cariño. Te sientes tan malditamente apretada. —Su dedo empieza a moverse dentro y fuera de mí. La palma de su mano frota mi clítoris, y siento que me aprieto a su alrededor—. Muévete conmigo.
Muéstrame cuánto te gusta esto.Mi cuerpo hace lo que manda mientras mis caderas comienzan a empujar, imitando el sexo.
—Harry. —Gimo.
—Jesús, ese es el sonido más dulce que he escuchado en mi puta vida.
Parece que no puedo parar. Su nombre se derrama de mi boca una y otra vez hasta que mi cuerpo se bloquea y exploto. Siento humedad saliendo de la esquina de mis ojos, y me quedo allí, incapaz de sentir un músculo en mi cuerpo. Es como si toda la tensión y preocupación que tenía se evaporó y lo único que queda es una sensación dulce y cálida que cae sobre mí como una cálida manta.
Mis ojos vuelan abiertos, arrancándome de mi fulgor, cuando siento que el cuerpo de Harry se mueve entre mis piernas. No tengo ni idea de cómo se movió sin que me diera cuenta.
Me mira.
»Quiero ver todo de ti. Probarte. —Voy a agarrarle la mano, pero él sube mi camiseta y todo mi cuerpo se congela cuando sus ojos se cierran sobre mi estómago. Siento que todo el mundo se detiene.
Mi momento perfecto se rompe. La burbuja en la que quería quedarme un poquito demasiado tiempo se fue.
Las lágrimas de placer que derramé hace momentos se congelan en mis mejillas. La mano de Harry cae en mi estómago como si no pudiera creer lo que ve. Entonces sus ojos viajan lentamente hasta los míos.
»¿De quién es?
Parece que no puedo encontrar las palabras, y entonces me salva del problema.
»No respondas eso. —Veo que su respiración se acelera. Su mano se mueve sobre mi vientre—. Eres mío ahora —dice a mi estómago, y no sé si habla conmigo o con el bebé.