Veinticuatro.

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La primera vez que asistí al psicólogo fue de la mano con Emma, quien me acompañó hasta la puerta, en donde pasé tres largos minutos pensando en si debía entrar o no

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La primera vez que asistí al psicólogo fue de la mano con Emma, quien me acompañó hasta la puerta, en donde pasé tres largos minutos pensando en si debía entrar o no.

La primera vez que asistí al psicólogo, me sentí liberado de una carga que no sabía que llevaba encima.

La primera vez que asistí al psicólogo, lloré.

Quizá, lo más difícil de esa experiencia, fue revivir todo en voz alta. Aunque, claro, me tomó un par de sesiones abrirme a mi psicóloga. Según ella, era muy valiente, pero me costaba creerle del todo.

Aún no estaba totalmente acostumbrado, pero iba progresando y eso era lo más importante. Había dejado de sentirme tan culpable por todo lo sucedido y tenía la pequeña esperanza de que esa sensación desaparecería a lo largo del tiempo.

Sin embargo, ahora no era el momento para pensar en todo eso que me abrumaba, no, debía concentrarme en lo que estaba haciendo.

—Elián, como vuelvas a intentar meter tus manos en la nata, te las voy a cortar y no de una forma bonita —gruñó Tyler mientras rellenaba la manga pastelera.

—Pero está muy rico —se quejó el otro.

—Normal, la he hecho con Ben —bufó—, claro que iba a estar bueno.

Yo solo reí mientras iba colocando las fresas en un patrón floral.

—Ben sí me dejaba probar la nata. —Elián se cruzó de brazos, como un niño pequeño.

—Si sobra, te daremos el resto, ¿vale? Así que pórtate bien —Intenté calmar la situación.

—¡Yo también quiero! —Saltó Zack, quien se encontraba envolviendo regalos con Hass y Kyle.

—Tú siéntate y termina de envolver esos regalos que quedan —ordenó Hass, a lo que él obedeció al instante.

Nos encontrábamos terminando todas las sorpresas de cumpleaños de Thiago el día de antes, porque sí, obviamente lo teníamos controlado.

En realidad, solo nos faltaba envolver los regalos y terminar de decorar la tarta. Tan mal no íbamos.

—Vale, yo ya he terminado —anunció Hassel—. Ahora tenemos que planear una forma no sospechosa de traerlo a su propia casa a la hora prevista.

—Que Ben lo traiga —propuso Elián mientras se relamía los labios, llenos de nata.

Tyler ya parecía haberse rendido con él, por lo que ni siquiera lo regañó.

—Eso lo hace más sospechoso aún, Muñoz —suspiró el pelinegro.

—Ay ya, no vuelvo a proponer nada. —Frunció el ceño y esta vez, directamente tomó el bol en donde aún quedaban restos de la mezcla blanquecina.

—No, ya habíamos quedado, así que puedo "acompañarle" a casa. —Me encogí de hombros.

—Ah, habéis quedado, ¿a solas? —cuestionó Zack, meneando las cejas.

Honestamente, estás loco © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora