El día después

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La cabeza le reventaba al mínimo ruido, sin embargo, los ronquidos de Guardado no estaban presentes. Abrió los ojos de golpe.

Esta no era su habitación.

Giró el torso y se encontró con el argentino durmiendo plácidamente.

No. No. ¡No!

Inspeccionó la pieza en busca de su teléfono, encontrándolo en la barra frente al sillón con restos de comida y muchas botellas regadas al igual que su ropa. Salió disparado de la cama con su par interior, apresurándose a tomar su camisa, pantalón, zapatos y teléfono. Se cambió en tiempo récord e inmediatamente huyó de la habitación con la respiración entrecortada.

Su vista iba de lado a lado leyendo todos los mensajes que Guardado le dejó en la madrugada.

"¿Dónde estás?" —Guardado.

>Llamada pérdida.

"Cabrón, ya es noche. Regrésate al hotel." —Guardado.

>Llamada pérdida.

"Ochoa, tenemos un puto entrenamiento en la mañana, ¿Por qué no me contestas las llamadas?" —Guardado.

>Llamada pérdida.

"Te juro que si sigues mandándome a buzón, cuando te encuentre te voy a partir tu madre! ¿Dónde chingados estás?" —Guardado.

>Llamada pérdida.

"El Tata ya preguntó por ti con los de argentina. Casualmente Lionel Messi no está con ellos y tampoco saben dónde está. Chinga tu madre, Ochoa." —Guardado.

—¡Mierda, mierda, mierda! —jadeó Memo viendo el reloj del teléfono marcar las 10:00 am. El entrenamiento ya había terminado. Era cuestión de segundos para que se cruzara en el pasillo con alguno de sus compañeros estando en el piso de abajo.

Y entonces, lo vio.

—Guardado-

—No, ni me hables, cabrón. —masculló entrando a la habitación, cerrando la puerta detrás de él. Memo lo siguió sosteniendo su abdomen bajo con mucha fuerza, pues las ganas de vomitar nublaron su garganta—. Apestas a puto alcohol. —bufó cruzado de brazos depositando su maleta en el suelo—. Vete a lavar la cara.

—De hecho... —susurró Memo perdiendo fuerzas para seguir de pie e inmediatamente sintió los brazos del centrocampista sobre su espalda. Guardado lo miraba muy irritado mientras el otro buscaba el baño con la mirada perdida, y una arcada le vino a la garganta.

—¡No cabrón, ni se te ocurra! —rugió Guardado arrastrándolo para llevarlo al baño—. Ahí, vomita. —ordenó el centrocampista abriendo la puerta del cubículo y automáticamente la cabeza del rizado fue a parar a la taza—. ¡Ugh, Ochoa!

El guardameta se dedicó a temblar, desechando todo el alcohol que había en su sistema.

—Y-Ya puedes... irte... —balbuceó cansado aún con las manos sosteniendo la taza—. Guardado.

—Claro que no. —chasqueó la lengua, fastidiado—. En este estado, si no te agarro te vas a romper la madre. Es obvio que no comiste nada y estuviste corriendo de un lado a otro por el sudor en tu frente.

Memo dio otra arcada, vaciando su estómago con ella.

—G-Gracias...

—Si, si, termina.

•••

Memo se la pasó durmiendo toda la mañana. Su estómago ya no amenazaba con vaciar sus intestinos, y el dolor de cabeza disminuyó considerablemente después de que se lavó los dientes y Guardado salió a buscar en recepción un servicio médico, volviendo con una pastilla para la resaca junto a una botella de suero sabor mora azul.

Sin embargo, la tarde ya se avecinaba, y su estómago reclamaba alimento.

—Ugh... —bisbiseó sosteniendo su cabeza, algo desorientado todavía. La habitación estaba sola nuevamente y en la mesita de noche reposaba un servicio a cuarto. Sonrió del lado, estirándose a ella para tomar su teléfono y marcó el número del centrocampista—. Contesta, por favor....

Uno... dos...

—¿Qué? —Guardado rodó los ojos, el resentimiento aún brillaba en ellos.

Memo torció la boca entristecido.

—¿Dónde estás?

—¿Se supone que mereces saberlo cuando tú no contestaste la misma pregunta?

—Andrés... La cagué. Nunca en mi vida me he portado así y no tengo cara para decir lo siento cuando fueron dos veces las que cometí el mismo error.

Un silencio cayó del otro lado de la línea, indicándole que el centrocampista estaba atento a sus palabras.

—He estado haciendo la experiencia del mundial pésima para ti y el equipo. Y me arrepiento... Mucho en verdad. —Memo soltó un suspiro abatido—. No sé ni porqué actué así y es lo que más me molesta. En serio quisiera que escucharas una excusa pero es que no tengo ninguna, simplemente fui un pendejo que actuó como novato. Espero que esto no fracture nuestra amistad....

Fue el turno de Guardado para soltar un suspiro entrecortado.

—Disculpa aceptada.

La sonrisa radiante volvió a Memo, pero fue detenido por su siguiente movimiento.

—Solo dime una cosa... y sé honesto. —El rizado asintió como si lo tuviera de frente—. ¿Qué hicieron tanto tiempo juntos?

El guardameta tragó en seco. Sabía perfectamente con qué intenciones se refería la pregunta de su mejor amigo, pues no era un secreto su homosexualidad para él, y eso es lo que más le costaba conversar.

—Creo que me acosté con él... —susurró con la mirada baja, ya que en dado caso de ser cierto, no le enorgullecía nada la forma en la que llegaron a eso—. No recuerdo mucho de lo qué pasó. Solo desperté con él en ropa interior.

—¿Y si lo marcaste? —continuó, negando con tintes de decepción—. ¿Qué vas a hacer?

—N-No he pensando más allá de lo que vi en la mañana. —confesó Memo. Claro que se haría cargo, pero no estaba seguro de que el albiceleste quisiera compartir la responsabilidad con él—. Debo hablar con él al respecto, pero en otro momento... para tratar de recordar qué fue exactamente lo qué pasó y también aclarar qué quiero con él... ¿El equipo mencionó algo de mi ausencia?

—Les dije que seguías resentido por lo que pasó ayer. —murmuró no muy contento con la respuesta del rizado—. Le hice prometer al Tata que no diría nada. Sólo él y yo sabemos, pero no te puedo asegurar cuáles fueron sus sospechas de qué pudo suceder entre ustedes.

—Puta madre.

—Hice lo que pude, pero tú tampoco ayudas mucho.

—Lo sé, lo sé... —rió sin muchas ganas—. Gracias por cubrirme. ¿Estás con los chicos?

—Si, decidimos salir a comprar souvenirs y comer por ahí. ¿Te unes?

—Si, pero antes necesito hablar con Tata. Al menos con él deben quedar las cosas claras o puede jugarme en contra como ya lo ha venido haciendo.

—Cierto. —bufó Guardado torciendo la boca—. Suerte, entonces.

—Espero tenerla. —silbó Memo pasando una mano por su cabello, tirando de sus rizos suavemente y Guardado abandonó la línea.

¿Accidente o Incidente? || MECHOADonde viven las historias. Descúbrelo ahora