capítulo cinco
A pesar de tener la mayoría de su vida transitando el Internet, Zara estaba agradecida que hubiera una parte que se mantenía privada hasta ahora. Y esa eran sus padres.
Bueno, si buscabas en Google Padres de Zara Da Costa, obviamente te iban a aparecer Isabella y Vítor Da Costa. Pero el Internet escatimaba en detalles. Toda su vida, la brasileña tuvo una relación algo extraña con sus progenitores. Cuando aún vivían en la favela, éstos buscaban explotar a su hija con trabajos que les brindaran el dinero necesario para aunque sea poder alimentarse ese día. Le impedían que soñara con salir de allí, se reían de esa pequeña niña que era Zara. Pero luego, cuando la rubia firmó su primer contrato y comenzó a traer dinero a sus bolsillos, se volvieron sus amigos y consejeros. Zara era consciente de este cambio, pero al fin tenía a dos padres que se enfocaban en su hija. Al fin eran una familia feliz.
Claro que, luego de un tiempo, se volvieron algo... criticones. Que porqué no cambiaba a una agencia que le pagara más, que tal relación le arruinaría su carrera, que esto y que lo otro. La pequeña de los Da Costa se enojó con ellos, la abrumaban, y dejó de visitarlos a diario.
La chica sabía que sus padres habían cambiado desde la muerte de su hermano cuando ella tenía apenas diez años. Él era mayor que ella por seis años, y se había metido con las personas equivocadas en la favela. Luego de eso, su familia jamás volvió a ser la misma, y a ninguno de los 3 Da Costa le gustaba hablar de João.
Ya hacía cinco meses que no los veía.
Y se dio cuenta que ellos tampoco se habían molestado en llamarla, claro, si vivían en base a su dinero. No se preocuparían por ella a menos que dejara de ser modelo.
Entonces, cuando esa mañana Zara recibió una llamada de su madre, no dudó en ir a su hogar. Amaba esta parte de tener dinero y ser independiente: tomar aviones privados cuando quisiera y a donde quisiera.
El aire otoñal se respiraba en Brasil. París no era nada comparado a Río de Janeiro, volver a su país, aunque no sea allí donde se crio, la hacía sentir nostálgica. Aquella ciudad brasileña era de las más lindas del mundo para Zara, y ahora, en otoño, las hojas amarillas, rojas y anaranjadas llenaban las calles que transitaban los habitantes de aquél país sudamericano.
Aunque no era verano, el calor aún reinaba en Río. Esa era una de las cosas favoritas de Brasil para Da Costa: que siempre podías ir a la playa. La rubia admiraba el paisaje de su país natal a través de los vidrios polarizados del auto que conducía, hasta llegar a la gran casa de sus padres.
Suspiró antes de poner una sonrisa de labios cerrados y tocar la puerta, que fue abierta por una Ama de llaves que Da Costa ya conocía, Jùlia.
—Bem vinda senhorita Zara.— le sonrió la mujer. Fue la primer ama de llaves en el hogar de sus padres, hace cinco años. En ese entonces la rubia visitaba seguido a sus papás y Jùlia era como una madrina para ella. Igualmente, la modelo no estaba de acuerdo en que necesitaran una mucama, habían vivido sin requerir ayuda y ahora como tenían dinero querían alguien que trabajara para ellos. Por eso Zara vivía sola. No le gustaba depender de nadie, y tampoco el mantener la tradición de la esclavitud en su propia casa. (Bienvenida, señorita Zara)
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AFFLUENZA, neymar jr
FanfictionQué gran mentira era la frase "El dinero hace a la felicidad". Zara y Neymar a veces desearían mil veces seguir siendo personas normales en las favelas de Brasil antes que seguir sufriendo el acoso y el odio recibido por vivir entre lujos y fama. Y...