Caballeros

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-¿Ya estas listo? Te tomó para siempre- Barty se apareció a su lado una vez salió del vestidor.

-Ni me lo digas- respondió, acomodando la bracera- al menos no es una camisa asesina- bromeó un poco, causando una risa a Barty.

Solo había podido volar unos 10 minutos cuando llegaron a llamarlo para que fuera al entrenamiento de verdad, muy contra su voluntad pero bueno.

Le gustaba mucho más el Quiddicht, no había más que decir en esa parte, pero desde que entraron al siguiente curso, estaban obligados a tomar ese tonto deporte de pelea de espadas.

En un principio se permitió emocionarse solo un poco, pensando que el nivel de peligro acaban de subir. Grande fue decepción cuando le dijeron que las espadas no tenían filo y estaba prohibido golpear a su oponente con la punta de esta.

Una total perdida de tiempo a su parecer.

Y aún así, de algún modo, se hizo del puesto de capitán, al parecer su fuerza física y capacidad de adaptación a diferentes terrenos le daba una ventaja. Barty a su lado estaba más optimista, aunque detestaba el sonido del metal chocando entre sí, le entretenía bastante asustar a sus oponentes con una espada a centímetros de su cuello.

También era una suerte que esas espadas estuvieran hechas de un metal diferente, si fueran de hierro ya habría problemas.

A diferencia del Quiddicht, donde cada casa tenía su propio equipo, en ese deporte cada escuela tenía un representante, de manera que ahí estaba con un equipo de casas mixtas, era difícil coordinar con todas las personalidades pero todas coincidían en que no querían hacerlo enojar.

Apenas los otros jugadores le vieron llegar, dejaron de papalotear con las personas que estaban en las gradas.

-¡Posiciones! -demandó, sin colocarse la careta, le molestaba la vista.

Todos los jugadores tomaron lugar, alzando sus respectivas espadas.

La práctica dio inicio con el sonido de un silbato.

-¡Protege costado! ¡Me encargo del centro! -gritó las ordenes mientras las ejecutaba el mismo.

Espadazos de aquí a allá, golpeteos y duelos, no era sorpresa que muchos retrocedieran ante su acercamiento, dándole oportunidad de marcar fuera.

Para su sorpresa, hubo un oponente que se plantó firme contra él, negándose a dar un paso atrás. Al contrario, el extraño enmascarado atacó con todo, arrebatandole una sonrisa. Por fin un desafío.

Blandio su propia arma, la rapidez, agilidad y sigilo de ambos era sorprendente, Malfoy con su fuerza y capacidad de movimientos y el extraño con aquella rápida reacción. Ambos envolviendose en una pelea mucho más aguerrida y fuerte que cualquiera del campo. Incluso los mismo jugadores dejaron lo suyo para observar a aquel duelo que rayaba lo salvaje.

Había gracia, pero más fuerza, filo con filo y metal con metal encontrándose con cada certero golpe. Lucius giro en su lugar, aprovechando un paso en falso de su rival, sin notar el propio.

El lugar quedo en silencio cuando ambos jugadores se quedaron quietos, ambos con la espada del otro en el cuello.

Un empate.

-Ahora, esto si es interesante- sonrió Barty, hincado sobre uno de los cubos que servían como obstáculos, observando el resultado con interés.

-Nada mal- halagó Lucius, bajando su espada, al mismo tiempo la otra también fue bajada.

El rival por fin se quito la careta, sorprendiendo a casi todos al dejar ver un largo cabello castaño y un rostro femenino.

Ni Lucius ni Barty la reconocieron, pero gracias a los indiscretos susurros a su alrededor, supieron de quien se trababa.

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