Rey Perfecto

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Se le estaba saliendo de las manos, eso era obvio.

-¿¡Y esto cómo iba?!

Y ahí estaba, sentado en medio de un desastre de notas y pergaminos escritos, haciendo un desesperado intento por cumplir la única tarea que le fue encomendada; organizar las fórmulas.

-Esta bien, déjalo así- calmó Severus, acercándose y quitándole suavemente los papeles de las manos y dejándolos sobre el escritorio.

-Ay, qué son demasiadas- se quejo por lo bajó, recargando su cabeza en los brazos sobre la mesa, teniendo cuidado de no tirar nada.

Con tantos ingredientes que en su vida había visto y poco le faltaba para confundir aquella hierba con comino, prefería no estarle jugando al vivo. Menos si se trataba de la poción de Severus, quien sabe que cosa hacía pero no convenía perturbala.

A su lado, el Slytherin se río un poco, divertido por la infantil actitud del merodeador.

-Casi terminó, sólo espera un poco más.

Y se quejó bajo.

Desde que el mundo se había enterado de lo dotado que era el azabache para las pociones, ahora le llovía encargos de todo tipo, desde cosas básicas como pociones para dormir plácidamente, hasta complejas cosas que tenían diferentes objetivos, por ahí incluso le pidieron algo para trata quien sabe que veneno. Incluso los mismos ex-reyes le pedían cosas, la ex-reina Potter estaba encantada con los resultado de su poción para la piel, por lo que no demoró nada en hacer un encargo masivo.

Tan buena recepción de gente tan influyente mostró sus consecuencias cuando, en menos de una semana, Severus se vio rodeado hasta el cuello de diferentes pedido.

Alzó la cabeza al sentir una suave caricia en su cabello, Severus tendía a hacer eso de vez en cuando mientras se concentra en la poción, no mentiría, las primeras veces lo confundió pero luego se encontró con que le gustaba el gesto.

-Oye... Estuve haciendo cuentas-comentó vago, enderezase.

-Ajá... - le animo a continuar.

Sirius sacó de su túnica una hoja de pergamino, desdoblandola.

-Después de entregar esa poción junto con la de la ministra Bultrode, este sería el total- completo, extendiendo el papel.

Severus pauso un segundo lo que estaba haciendo para tomar el pergamino, leyendo rápidamente. Claro que sus ojos se abrieron como platos al ver la suma de todo, debía aceptar, Sirius podía ser desorganizado y algo brusco, pero sus cálculos siempre eran exactos, un talento que le sorprendió. Y ahora, ese talento le daba otra sorpresa aún más grande.

Busco una confirmación en los ojos ajenos, Sirius asintió, con una sonrisa naciente en los labios.

-¿Cómo yo...? ¿Qué se supone que haga con tanto dinero ahora? -el mestizo estaba pasmado y tantito más, nunca en su vida había tenido tan siquiera dinero suficiente para un mísero sándwich y que eso cambie tan drásticamente le estaba dejando anonado.

-Me parece que no tardarás mucho en tener tu propio laboratorio de pociones- comentó Sirius posandose a su lado, viendo por encima del hombro aquella hoja con sus cálculos- no necesitarás un príncipe.

Lo que no se esperó fue la repentina vuelta del Slytherin. Sentir los delgados brazos rodearlo con poca fuerza, el shock le duró solo pocos segundos antes de que sus propias extremidades reaccionaran por si mismas, correspondiendo aquel abrazo.

-¿Por qué necesitaría de una corona hueca cuando te tengo a ti?

Eran momento así los que podían con el corazón de Sirius, provocando que latera desenfrenado y con tanta emoción, que no pudo evitar abrazarlo con más fuerza y una sonrisa.

Descendientes 2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora