Sorpresas

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Las calles estaban llenas de gente pasando, otra vendiendo cosas cuestionables y otros robando, diferentes puestos regados en aquel contingente. Las paredes maltratadas y a tope de diferentes grafittis, carteles de "Se busca" y lonas para tapar los hoyos. Entre esas cosas, relucian los más recientes carteles. Uno que ponía a Regulus Black de la mano con James Potter, rey y regente. Solo que la cara de James estaba tachada y sobre la de Regulus había un círculo rojo que tenía la palabra "Traidor" escrita.

Regulus vio el papel con atención, antes de arrancarlo y hacerlo bola.

-Con ese conjunto soy un traidor a la moda- tiro la basura sobre el hombro y siguió su camino.

La gran y extraña botica. Una que tenia el selló de aprobación de su madre. Decía que abría a media noche, pero esa era una mera sugerencia.

Ninguna estética en Hogwarts podría jamás compararse con ese lugar, igualar el caos, el desorden y esa sensación de inquietud, diferentes tubos con químicos que burbujean. Sí, nunca, todo ese aire de descuido y barbarosidad los volvería locos, antes muertos que dejar que algo de eso toque sus hermosas melenas.

Pero para Regulus, nada, NADA, podría comprarse a las maravillas que ese lugar hace por él.

A su vista salto una chica, una linda chica que barría muy animada el cabello del suelo, se movía al ritmo de la escandalosa música de fondo, baila con la escoba. Regulus solo la deja ser un rato y toca la puerta de metal con el puño, lo suficiente para que se sobrepusiera a ritmo musical. La chica salto en su lugar y volteó. Espero ver un cliente molesto o una cara indeseable, pero en vez de eso, se encontró con una cara conocida y feliz.

-Amará Shafiq, hija de Griselda.

-¡Reg!

La escoba terminó en el suelo al momento en que Amará la soltó y corrió al encuentro de Regulus, saltó sobre el en un abrazo correspondido por el más grande. Regulus podría quejarse de mil cosas estando en la isla, y de un millón más estando fuera de esta, pero no fue hasta ese momento que se dio cuenta de verdad extrañaba a esas pequeña personas, aquellas que no eran de su pandilla, pero compartían su desgracia. Amará Shafiq, era tan joven todavía, aún no llegaba su tiempo de rugir, ella aún cabía dentro de la protección de su madre, Griselda Shafiq, hermanastra de cenicienta, y aun si no era de su pandilla, la conocían de toda la vida, desde que estaba pequeña.

-¡Volviste! - celebró ella.

-No te emociones, es temporal.

-Un segundo, ¡¿Volviste?! ¿¡Que haces aquí!? -procedió a preguntar, alejandose del abrazo.

-Es una larga historia, después te pongo al corriente- qué no se note que le daba algo de vergüenza.

Amará dudo pero terminó por ceder, su mirada fue a la puerta, dando um vistazo a la calle antes de volver a él.

-¿Lucius no vino contigo? -pregunta algo esperanzada. Esperanza que muere cuando Regulus niega.

-Por ahora soy solo yo.

Lucius tenía una buena relación con Amara, tras bastante duda y necesidad de arreglar su cabello, permitía que de vez en cuando la muchacha practicará sus invenciones con su cabello, 99 de las veces siendo una una exitosa idea (nadie habla de esa 1 vez), tiempo después, termino por Lucius sin querer que nadie más, que no fuera Amará, cortara y/o atendiera su cabello. De ahí tanto apegó.

-¿Y tu abuela te ah pasado algún cliente? -pregunta mientra entra de lleno al lugar, sus dedos rozando algunas sillas y mesas.

-Quisiera- se lamento ella, en camino a recoger la escoba abandonada en el suelo- una que otra bruja, pero de ahí en fuera, solo limpiar, recoger, ordenar y barrer- vio alrededor- demasiado que barrer.

Descendientes 2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora