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- ¡¿Que?! -

- ¿Enserio no lo sabías, anciano? ¿en que maldito hueco estuviste metido? Estos idiotas al parecer están tan desocupados que eso se ha vuelto la sensación del momento. - Dijo la alfa tomando de su fiel copa de champagne, era un típico día en el que estos dos amigos se reunían a "viborear", o mejor dicho, compartir su reseña de cualquier aspecto de la vida de otra persona con el fin de obtener una conclusión constructiva.

- Es decir, si había escuchado algo por ahí, pero, no creí que mi hijo fuera el que comenzó todo... Por Dios, que vergüenza con el pobre chico. - Soltaba largos suspiros que resaltaban su sorpresa y, en parte, decepción por su hijo.

- Inglaterra, no es por nada, pero todos sabemos que tu hijo mayor es un patán. -

- Uhg, cállate Francia, simplemente cometió un error. -

- Es un hijo de perra, ya la ha cagado varias veces pero tu lo sigues viendo como un niño chiquito, pero bueno, a los ojos de un padre todo lo que hacen los hijos es perdonable. -

- ¿Sabes que? No quiero escucharte más, creo que iré a disculparme con el chico ese, eeh, ¿Colombia? - Se para de la silla haciendo la mofa da sacar la billetera para que la mesera venga por la cuenta mientras que creaba en su cabeza los argumentos que usaría en la próxima discusión con Estados Unidos porque claro que le iba a reclamar la impresionante falta de respeto que cometió.

- Debes dejar de tratar de arreglar las idioteces que hacen tus hijos, por eso no maduran. - Mencionó Francia arreglando su cabello corto llevando los mechones que caían por su frente hacia atrás.

[...]

Habían pasado varios días desde que la desafortunada reunión en Grecia había acabado, Colombia se encontraba tranquilamente en su departamento en el norte de Bogotá; el día era cálido, raramente cálido, eso era un espantoso augurio, un clima caliente en Bogotá es igual a una catástrofe.

Llevaba aproximadamente 4 horas sentado en ese maldito escritorio haciendo lo que sus concejales debían hacer, trabajar en velar por mejorías en los aspectoas sociales necesarios, entre muchas otras cosas pero, lastimosamente, las personas ven los cargos públicos como cargos de fama y popularidad, y no de trabajo y esfuerzo, los seres humanos siempre buscando el camino más fácil y fructífero por su pánico al trabajo duro; bueno, eso ya no importa, ya estaba acostumbrado, además tanto trabajo lo mantenía distraído de sus problemas personales.

El rinrineo del timbre rompe su burbuja de actas e información confidencial, era raro que lo visitaran porque eran muy pocas las personas que sabían dónde vivía, las podía contar con una mano. Camina hasta la puerta tratando de recordar si había pedido algún domicilio, ese edificio estaba extremadamente protegido como para que dejen pasar a alguien así como asi, abre la puerta sin pensarlo demasiado quedando impactado cuando lo primero que ve son unos carnosos pectorales apresados en la tela de una camisa negro con cuello de tortuga y mangas largas, reconoce a la persona, es Inglaterra, lo que le parece muy extraño es el hecho de que traiga un obsequio en la mano izquierda.

Revisa al rededor a ver si esto no es una trampa de alguno de esos idiotas y parece que no, estaban ellos dos solos en el pasillo.

- ¿Que hace aquí? -

- Un hola por lo menos ¿no? -

- Ouh! Disculpe mis modales, simplemente es muy raro verlo por aquí, si quiere puede pasar. - Se hace a un lado de la puerta para dar espacio dejando ver la viva decoración que había en el "pequeño" lugar, habían más plantas que muebles, algunas estaban colgadas en el techo, la mesa del televisor parecía un vivero y ni hablar de como tenía los estantes.

¡𝘠𝘢 𝘋𝘦𝘫𝘦𝘯 𝘋𝘦 𝘛𝘰𝘤𝘢𝘳𝘮𝘦! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora