Capítulo 3: Vacío

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Lily cayó al suelo y la cara se le puso aún más pálida a Roxana. Rápidamente se acercó para ayudar, sin embargo noto que no temblaba como se supone que los cuerpo hacen, tampoco sentía su respiración y su pecho no agrandaba.

Lily estaba muerta.

Las lágrimas no cayeron y un gran vacío sintió. "¿Nunca ame a Lily?"

Todo lo sentía raro. ¿Por qué no lloraba mientras su corazón dolía? No lo sabía, pero lo más seguro es que nunca la amo, no la quiso. Pensar en eso era realmente doloroso. Los recuerdos de su tiempo juntos le llegaban como disparos pero aún así solo los veía como algo distante.

Roxana por fin comenzó a llorar, pero también a reír. De alguna manera sentía la locura recorrer su cuerpo.

-¿Por qué no amo a mamá? -se preguntaba repetidas veces mientras lloraba y reí a carcajadas.

Ella se sentía en un gran vacío.

Roxana se levantó de la cama pues ya era un nuevo día. Se dirigió a la cocina y agarro el refrigerador pequeño hecho de madera. La carne sobraba, y eso que no había ido de caza. ¿Por qué había carne? No lo sabía y posiblemente tampoco nadie lo sabía, posiblemente muy dentro de ella lo sabía pero muy fuera no.

La noche había caído rápidamente y no se había dado cuenta.

El día de hoy no había hecho absolutamente nada. Lily ya no estaba, y si cuerpo había desaparecido del día a la mañana. Pero había algo que la estaba incomodando, ¿fue ayer o hoy cuando murió Lily? ¿O ya tiene demasiado tiempo? Ella no lo sabía para nada.

Roxana se acostó en la incómoda cama que era de Lily y durmió muy plácidamente, para poder soportar otra día más en este miserable mundo.

Cuando abrió los ojos pudo notar que el sol ya había salido. Al parecer por primera vez se despertó tarde, aunque bueno era temprano pero siempre se levantaba aún más temprano.

Se levantó y desayuno carne con arroz. Aquella carne que apareció misteriosamente tenía un sabor familiar, cómo si ya la hubiera probado. Pero aún así no se detenía a inspeccionar la carne, porque sabía que si lo hacía posiblemente quedaría traumada de por vida.

Roxana termino su desayuno, y la curiosidad por saber que ocurría afuera la mataba. Desde aquella noche todo era muy tranquilo y no había escuchado ruidos a sus alrededores. El único eflo que había visto era Lily que había muerto, por lo cual posiblemente todos los eflos habían muerto. No lo sabía, pero le daba algo de miedo aquella escena. Tenía amigos y si los veía ahí sería algo abrumador. Espera, no. Mentira. La verdad es que a Roxana no le importa un carajo las personas, solo sentiría un vacío si las viera así.

Otro día había pasado y como los anteriores no volvió a hacer nada. Se fue a la cama y durmió.

Una semana había pasado y el agua ya estaba apunto de acabarse, así que tenía que salir si o si.

Roxana se preparó y agarro un pequeño balde de madera. Tenía pensado hacer varios recorridos para poder llenar el gran tambo de metal que había arriba de casa. La verdad sería un poco pesado.

Por fin pudo hacer el primer recorrido y cuando estaba bajando del techo resbaló y se golpeó fuertemente la cabeza con el suelo lodoso por toda el agua que había desperdiciado.
A nariz comenzo a sangrar y su cabeza parecía latir de una forma espectacular.

Decidió quedarse ahí hasta que el dolor se fuera, sin embargo se aburrió y se dirigió al río sin el pequeño balde para poder lavarse. Noto que mucha sangre le había caído cuando miro el lodo.

Cuando llegó al río todavía le escurría sangre por la nariz sin fin, pero no sé sentía para nada mareada o algo por el estilo.

Comenzó a lavarse bien el cuerpo junto su vestido blanco.

Regreso a casa, pero le daba demasiada flojera rellenar el tanque de agua, así que prefirió saber que había sucedido en el pueblo.

La cosa de Lily estaba alejada como todas, el pueblo solo estaba conformado por tiendas y ese tipo de cosas. Era como un centro comercial.

Cuando llegó pudo ver a muchos eflos acostados con las barrigas llenas y con semen saliendo de sus vaginas. La escena era asquerosa pero para Roxana no lo era para nada. Ella era una tremenda pervertida en su interior llena de un líbido interminable, aunque bueno eso era su parte masculina no su parte femenina. "¿Los humanos pueden dividirse? -pensó"

Se tapo la nariz porque el olor a sudor y todo tipo de fluidos corporales se mantenían en esa área y el olor era insoportable. Posiblemente si ella hubiera participado en aquella orgía los olores serían un deleite, pero como no lo hizo sentía que olía el maldito drenaje.

Paso por todos los eflos que se encontraban tirados en el piso y se dirigió en dónde se había hecho el discurso. Esa era la zonacero, la zona donde todo comenzó.

Cuando llegó pudo ver a algunos eflos conocidos. Pudo notar algunos cuerpos sin vida y otros con una cara llena de placer. También pudi ver a aquella anciana, a aquella mujer que vio cuando murió. Ella igual como otras parecía sentir un gran placer mientras saltaba sin fin en el pene de aquel joven. El chico se miraba un poco cansado, pero no más un poco. Parecía estar feliz jugando con las tetas de aquella llamada la anciana.

El chico noto la presencia de Roxana, pero la anciana no parecía hacerlo. Estaba demasiada concentrada en hacerse sentir bien a ella misma.

El chico miro a Roxana de una forma aún más lasciva que la primera vez. Parecía haber entrado en confianza después de haber tenido sexo con todos los eflos, y solo le faltaba un manjar, Roxana, la pequeña niña que no era mi eflo ni elfo, tampoco humano ni nada conocido hasta el momento.

La mirada del chico se intensificó, pero Roxana no sentía miedo, solo sentía un gran vacío infinito, un vacío absolutamente infinito.

El Mundo De Los EflosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora