𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 2: 𝐻𝑎𝑛 𝑣𝑢𝑒𝑙𝑡𝑜.

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You're The Devil In Disguise - Elvis Presley

―¿Primera vez?―

Ania rodó la mirada ante las preguntas constantes del policía frente a ella mientras aguardaba para ser escoltada a la sala de interrogatorio. Notaba cómo el hombre la miraba con interés, y buscaba de alguna forma mantener una charla fluida, cruzando la línea de insistencia a desesperación absoluta por su atención.

<<Si tan solo supieras...>> pensó mientras se cruzaba de brazos y se acomodaba sobre su asiento, intentando cubrir tanto sus tatuajes como su piel expuesta. Independientemente de la mirada de aquel hombre, no podía evitar sentirse incómoda.

Aunque no sabía si era por sus ropas, o por el movimiento excesivo en las oficinas.

Conocía de la cantidad de crímenes diarios, sin embargo, el movimiento en masas era más notorio de lo usual, y su instinto le decía que no era precisamente por la explosión en el bar.

―Ya puede ingresar, señorita.― el policía comentó y ella simplemente se incorporó, siendo recibida por otro hombre quien la escoltaría a la sala de interrogación. Sus ojos observaban cada detalle a medida que atravesaba la habitación mientras aparentaba calma. Intentaba buscar alguna señal, un indicio de lo que realmente sucedía.

Ingresó con serenidad a la sala y tomó asiento, esperando a que la acompañe un policía para hacer las preguntas a las que ella ya había formulado respuestas en su mente. No era difícil persuadir a las personas, especialmente a los policías.

<<Inútiles>> pensó ella mientras jugaba con su cabello, retorciendo un mechón entre sus dedos y escuchó la puerta detrás de ella abrirse. Ella se mantuvo en su posición relajada, abultando ligeramente sus labios mientras pretendía total calma y desentendimiento.

Eso hasta que el interrogante se acomodó frente a ella.

No llevaba su tan conocido traje, y tal vez fue por ello tuvo una reacción tardía. Su piel era morena, y se notaba tersa, y al igual que su antecesor, su presencia era fuerte pero emanaba esa tranquilidad y seguridad. Incluso parecía una persona... amable.

―Oh por Dios..― sus palabras salieron en un suspiro bajo, pero no lo suficiente como para que el ajeno la escuchara. La expresión de su rostro se transformó, enseñando una clara sorpresa, pero grata.

―Eres... ¡Eres tú! ¡Capitán América!― Terminó de exclamar y notó finalmente una sonrisa más relajada en el hombre.

Sam por su parte, le regaló una sonrisa amable a la joven quien lucía emocionada por verlo. Que lo llamaran de esa forma era algo a lo que jamás lograría acostumbrarse incluso cuando finalmente tomó la decisión de continuar con el legado que Steve le había dejado el día que le entregó el escudo.

Para el solamente habría un solo Capitán América, y él ciertamente no lo era.

¡Pero qué genial lucía haciéndolo!

Disfrutaba de su nuevo traje, y de las reacciones como las de ella.

―¿A qué se debe el honor de su presencia? No lo veo portando su traje hoy... No que me importe claro. No me molesta la vista, para nada.―

Ella ahora reacomodaba la postura de su cuerpo, posando incluso uno de sus brazos sobre la mesa y descansando su mentón en la palma de su mano para mirarlo con atención. Los ojos de la joven parecían tener ese destello que el ya había visto anteriormente cuando lo reconocían...

Y no negaba que disfrutaba de esa atención, especialmente de una muchacha tan bonita como la que tenía frente a el.

Pero a pesar de su comentario coqueto, sabía que tenía una tarea que atender y eso, era una de las desventajas de su nueva responsabilidad.

𝑅𝑒𝑑 𝐵𝑎𝑙𝑙𝑒𝑟𝑖𝑛𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora