4. 2. Editar el libro

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Si hasta ahora nos hemos centrado en el interior del libro, ahora tenemos que prestarle atención al exterior.

Vamos a empezar diciendo que escribir y publicar no significa que vayas a vender. Incluso escribir bien, tampoco. Ni siquiera, escribir muy bien. ¿Cuántos libros estupendos has encontrado a lo largo de tu vida que te ha sorprendido lo poco que se habían vendido? Seguro que muchos. ¿Recuerdas el símil de la planta? Pues la edición serían las flores. Esas que se abren repletas de color y parece que te están diciendo «fíjate en mí, qué bonita soy, préstame atención». Bueno, en realidad, sí lo hacen con las abejas para atraerlas y que las polinicen. En eso radica la edición, en lo que tú tienes que hacer para atraer a los lectores. Necesitas que se centren en tu novela, la lean y, cuando les guste, se la recomienden a otros lectores para que tengas la oportunidad de atraparlos con tus letras.

Dicho de otro modo, la primera mentira que puede creerse un autor es pensar que su novela se va a vender si es buena y que, si no se vende, es porque es mala. Mentira. Y te lo voy a repetir: Mentira, mentira y mentira. No depende de eso, al menos, en un altísimo porcentaje. ¿Acaso tú, cuando compras un libro, lo haces porque ya lo has leído? Pues no, es evidente, si lo compras es porque no lo has leído. Entonces, ¿por qué lo haces? Sí, a veces, porque te lo han recomendado, las menos. Otras, porque conoces al autor y sabes que te va a gustar, algunas más. Pero en realidad hay muchos libros que eliges de escritores que nunca has leído, ni te ha recomendado nadie en concreto. Y como tú, los demás lectores y esos son a los que tienes que atraer, porque siempre tienes que intentar llegar a lectores nuevos con cada novela que publiques. Y, por supuesto, si estás empezando en esto, son los únicos a los que aspiras.

Entonces volvemos a la pregunta anterior: ¿Por qué compras un libro? Lo compras por expectativas. Esa es la palabra clave, expectativas. Sí, lo que tú tienes que conseguir es venderle expectativas a cada lector que se fije en tu libro. Las que le surgen cuando un libro le ha llamado la atención o le genera curiosidad, porque en paralelo, también crece en él la idea de que le va a gustar. ¿Y qué es lo que genera esas expectativas en un lector? Pues un compendio de tres cosas: la cubierta, el título y la sinopsis. Es decir, la edición exterior del libro.

Y quiero recalcarte mucho esto. Una vez que has dado por finalizado el texto de tu libro, tienes que mentalizarte de que venderlo es otra cosa, algo que nada tiene que ver con la escritura. Para que lo entiendas con claridad, te diré que has acabado la fase una, has entrado en la dos y aquí tienes que olvidarte de lo buena que puede ser tu novela, de lo que te has esforzado hasta ahora y empezar de cero, como si todavía no hubieses hecho nada. Si importante es que escribas una buena obra, igual de importante es que la edites bien, porque de lo contrario, estarás tirando a la basura tu talento y tu esfuerzo.

Y claro, habrá algún purista que me diga: a ver, ser escritor es escribir bien, no es vender libros. Cierto, pero eso solo es así si tienes editorial, porque ella se encarga siempre de esta parte (que a veces tiene delito como lo hacen), pero es que tú eres autopublicado y, por lo tanto, esto también te toca a ti. Así que, querido amigo, esto es lo que hay y si te gusta, bien y si no te gusta, mala suerte.

Y aquí, permíteme que te recuerde lo que te dije al explicar el porqué de este libro. Si quieres destacar en Amazon tienes que poner de tu parte no solo mucho trabajo, sino también mucho acierto. Y solo se consigue si cuidas todas y cada una de las partes del proceso previo que hay detrás de un libro. Por lo tanto, si quieres que tu novela se venda, también tienes que esforzarte y acertar en esta parte.

Y no, no es sencillo. Al contrario, es complicadísimo. Todo aquel que publica busca dar con esa tecla mágica que consigue que un libro le haga ojitos al lector y se venda ejemplar tras ejemplar sin que nadie sepa muy bien por qué. Lo hacemos los autores que autopublicamos, lo hacen las editoriales y lo tienes que hacer tú. Y como te dije antes, la clave está en el conjunto de la cubierta, el título y la sinopsis. Eso es lo que está en tus manos y lo que te hará llegar en mayor o menor medida a lectores que nunca te han leído. Las buenas valoraciones, las recomendaciones entre lectores, el boca a boca o tus lectores fieles, no están en tus manos y, además, su grado de efectividad dependerá también de si el libro les resulta atractivo, porque si no es así, por mucho que se recomiende, seguirá sin leerse.

Si durante todo el libro te estoy haciendo el símil de la planta, aquí te voy a explicar otro algo más maquiavélico. Imagínate a ti mismo como un ser diabólico dispuesto a captar almas de lectores terrenales para tu infierno particular. Para conseguirlo creas seres femeninos lo más perfectos posibles que encandilen a todo hombre que se cruce a su paso. Y digo hombres y no mujeres, porque para estas cosas siempre hemos sido más débiles. Pues bien, si los lectores son los hombres a conquistar, tu novela es como esa mujer bonita que has diseñado para tal fin. En ella, el manuscrito sería su personalidad interior y la edición su imagen exterior. De tal manera que la cubierta sería su vestuario, el título sería el maquillaje y la sinopsis, su capacidad de caer bien. Y eso es lo que necesitas, sentirte como un demonio que está creando a seres diabólicos que enviar a la tierra para conquistar almas. Y cuantas más, mejor. Hasta ahora, con tu narrativa, has diseñado una personalidad que enamore más y más a medida que alguien la conozca en profundidad, pero si la presentas descuidada y harapienta, nadie va a querer hacerlo. Por lo tanto, necesitas ejercer de estilista, de maquillador y dotarla de un buen don de gentes, para que cuando la coloques en medio de una fiesta, todos los hombres se acerquen hipnotizados a conocerla.

Y a eso es a lo que nos vamos a dedicar ahora.

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